Contemplar al Humilde: el Compañero Eterno
Caminante no hay camino:
La niña que soy contempla al humilde mirando hacia la alto.
Vive en un pequeño piso, alquilado en una finca humilde de una barrio de
trabajadores. En la abitación dónde duerme, al lado de la cabecera de la cama,
tiene una escalera adossada que termina en una venta lo suficientemente grande
como para poder salir a la azotea de la finca. Todas las nocehs cuando se
acueta, acompanyada por mamá o papá o ambos, la niña ora al humilde, ora por el
bien de todos aquellos que conoce y que no conoce, por los que están junto a
ella y por los que están en el cielo. Por los buenos y por los malos, porqué
nunca se sabe en verdad quien es bueno o no. Luego papà y mamá me invitaron a
elegir una estrella en el Cielo, entre las infitas que en quel entonces se podien
ver desde la Ciudad dónde vivia y vivo, caundo ubiqué “mi estrella” me dijeron:
todas-todas las noches cuentalé a tu estrella lo que has hecho durante el dia y
lo que vayas a hacer y te des cuenta que no se lo podràs contar a tu estrella:
no lo hagas, te arrepentiriás de haberlo hecho.
La niña pareció crecer en ese crecimiento olvidó la
inocencia y su estrella y a papà y mamá y a todos aquellos seres amados por los
que oraba todas las noches. Dejó de mirar hacia lo alto y su mirada pareció
perderse dónde no havia nada que ver.
En esté presente, en el devenir del dia, un anochecer encontre
una “Escuela de perdón”, la escuche, la senti. La Escuela me recordó la
inocencia y me invitó a mirar hacia mi corazón como si esté fuera una Puerta hacia
el Corazón del Humilde. Con Él regresó la inocencia, la estrella y todos las amados
que ya sin cuerpo y libremente són puro Amor.
Hoy gozosa quiero dar las gracias, a la Escuela del perdón,
a la estrella y a todos los seres de pura luz y amor con los que sostenemos la
relación en la Expiación: -dice Un Curso de Milagros que aquí nos encontramos
para completar la Expiación. El regreso al Ser de Amor y Paz que Somos.
Gracias una vez más. Vamos juntos.
La vida que vivímos en el cuerpo puede ser un bello cuento de niños felices: se puede.
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