Invoco el Nombre de Dios y el Mío Propio.
1. El Nombre de Dios es sagrado, pero no es más sagrado que el tuyo. 2
Invocar Su Nombre es invocar el tuyo.
3 Un padre le da su nombre a su hijo y de este modo identifica a su hijo con él. 4 Sus hermanos comparten su
nombre, y así están unidos por un vínculo en el que encuentran su identidad. 5 El Nombre de tu Padre te
recuerda Quién eres incluso en un mundo que no lo sabe e incluso cuando tú mismo no lo recuerdas.
2. El Nombre de Dios no puede ser oído sin que suscite una respuesta, ni pronunciado sin que se produzca un eco
en la mente exhortándote a recordar. 2 Di Su Nombre y estarás invitando a los ángeles a que rodeen el lugar en
el que te encuentras, a cantarte según despliegan sus alas para mantenerte a salvo y a protegerte de cualquier
pensamiento mundano que quisiera mancillar tu santidad.
3. Repite el Nombre de Dios y el mundo entero responderá abandonando las ilusiones. 2 Todo sueño que el mundo
tenga en gran estima de repente desaparecerá, y allí donde parecía encontrarse hallarás una estrella; un milagro
de gracia. 3 Los enfermos se levantarán, curados ya de sus pensamientos enfermizos. 4 Los ciegos podrán ver y
los sordos oír. 5 Los afligidos abandonarán su duelo y sus lágrimas de dolor se secarán cuando la risa de
felicidad venga a bendecir al mundo.
4. Repite el Nombre de Dios y todo nombre nimio deja de tener significado. 2 Ante el Nombre de Dios, toda
tentación se vuelve algo indeseable y sin nombre. 3 Repite Su Nombre y verás cuán fácilmente te olvidas de los
nombres de todos los dioses que honrabas. 4 Pues habrán perdido el nombre de dios que les otorgabas. 5 Se
volverán anónimos y dejarán de ser importantes para ti, si bien, antes de que dejases que el Nombre de Dios
reemplazase a sus nimios nombres, te postrabas reverente ante ellos llamándolos dioses.
5. Repite el Nombre de Dios e invoca a tu Ser, Cuyo Nombre es el de Dios. 2 Repite Su Nombre y todas las cosas
insignificantes y sin nombre de la tierra se ven en su correcta perspectiva. 3 Aquellos que invocan el Nombre
de Dios no pueden confundir lo que no tiene nombre con el Nombre, el pecado con la Gracia ni los cuerpos
con el santo Hijo de Dios. 4 Y si te unes a un hermano mientras te sientas con él en silencio y repites dentro de
tu mente serena el Nombre de Dios junto con él, habrás edificado ahí un altar que se eleva hasta Dios Mismo y
hasta Su Hijo.
6. Practica hoy sólo esto: repite el Nombre de Dios lentamente, una y otra vez. 2 Relega al olvido cualquier otro
nombre que no sea el Suyo. 3 No oigas nada más. 4 Deja que todos tus pensamientos se anclen en esto. 5 No
usaremos ninguna otra palabra, excepto al principio, cuando repetimos la idea de hoy una sola vez. 6 Y
entonces el Nombre de Dios se convierte en nuestro único pensamiento, nuestra única palabra, lo único que
ocupa nuestras mentes, nuestro único deseo, el único sonido que tiene significado y el único Nombre de todo lo
que deseamos ver y de todo lo que queremos considerar nuestro.
7. De esta manera extendemos una invitación que no puede ser rechazada. 2 Y Dios vendrá y Él Mismo la aceptará.
3 No pienses que Él oye las vanas oraciones de aquellos que Lo invocan con nombres de ídolos que el mundo
tiene en gran estima. 4 De esa manera nunca podrán llegar a Él. 5 Dios no puede oír peticiones que Le pidan
que no sea Él Mismo o que Su Hijo reciba otro nombre que no sea el Suyo.
8. Repite el Nombre de Dios y Lo estarás reconociendo como el único Creador de la Realidad. 2 Y estarás
reconociendo asimismo que Su Hijo forma parte de Él y que crea en Su Nombre. 3 Siéntate en silencio y deja
que Su Nombre se convierta en la idea todo- abarcadora que absorbe tu mente por completo. 4 Acalla todo
pensamiento excepto éste. 5 Deja que ésta sea la respuesta a cualquier otro pensamiento y observa cómo el
Nombre de Dios reemplaza a los miles de insignificantes nombres que diste a todos tus pensamientos, sin darte
cuenta de que sólo hay un Nombre para todo lo que existe y todo lo que por siempre existirá.
9. Hoy puedes alcanzar un estado en el que experimentarás el don de la gracia. 2 Puedes escaparte de todas las
ataduras del mundo, y ofrecerle a éste la misma liberación que tú has encontrado. 3 Puedes recordar lo que el
mundo olvidó y ofrecerle lo que has recordado. 4 Puedes también aceptar el papel que te corresponde
desempeñar en su salvación, así como en la tuya propia. 5 Y ambas se pueden lograr perfectamente.
10. Recurre al Nombre de Dios para tu liberación y se te concederá. 2 No se necesita más oración que ésta, pues
encierra dentro de sí a todas las demás. 3 Las palabras son irrelevantes y las peticiones innecesarias cuando el
Hijo de Dios invoca el Nombre de su Padre. 4 Los Pensamientos de su Padre se vuelven los suyos propios. 5 El
Hijo de Dios reivindica su derecho a todo lo que su Padre le dio, le sigue dando y le dará eternamente. 6 Lo
invoca para dejar que todas las cosas que creyó haber hecho queden sin nombre ahora y, en su lugar, el santo
Nombre de Dios se convierta en el juicio que él tiene de la falta de valor de todas ellas.
11. Todo lo insignificante se acalla. 2 Los insignificantes sonidos, ahora son inaudibles. 3 Todas las cosas vanas de
la tierra han desaparecido. 4 El universo consiste únicamente en el Hijo de Dios, que invoca a su Padre. 5 Y la
Voz de su Padre responde en el santo Nombre de su Padre. 6 La paz eterna se encuentra en esta perenne y
serena relación, en la que la comunicación transciende con creces todas las palabras y, sin embargo, supera en
profundidad y altura todo aquello que las palabras pudiesen alguna vez comunicar. 7 Queremos experimentar
hoy esta paz en el Nombre de nuestro Padre. 8 Y en Su Nombre nos será concedida.
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