viernes, 18 de junio de 2021

LECCIÓN 170

En Dios no hay crueldad ni en mí tampoco. 

1. Nadie ataca sin la intención de herir. 2 En esto no hay excepciones. 3 Cuando piensas que atacas en defensa propia estás afirmando que ser cruel te protege; que la crueldad te mantiene a salvo. 4 Estás afirmando tu creencia de que herir a otro te brinda libertad. 5 Y también, que al atacar intercambias el estado en que te encuentras por otro mejor, más seguro, donde estás más a salvo de peligrosas invasiones y del temor. 

2. ¡Qué descabellada es la idea de que atacar es la manera de defenderse del miedo! 2 Pues he aquí donde se engendra el miedo y se le nutre de sangre para que crezca, se hinche y sea cada vez más rabioso. 3 Ésta es la manera de proteger al miedo, no de escaparse de él. 4 Hoy aprendemos una lección que te evitará más demoras e innecesarios sufrimientos de los que te puedes imaginar. 5 Y es ésta: 6 Eres el hacedor de aquello de lo que te defiendes. a Y al defenderte contra ello haces que sea real e ineludible. 7 Depón tus armas, y sólo entonces percibirás su falsedad. 

3. Parece ser un enemigo externo a quien atacas. 2 Sin embargo, al defenderte forjas un enemigo interno; un pensamiento extraño que está en guerra contigo, te priva de paz y divide tu mente en dos bandos que parecen ser totalmente irreconciliables. 3 Pues ahora el amor tiene un “enemigo”, un opuesto; y el miedo, el extraño, necesita ahora que lo defiendas contra la amenaza de lo que realmente eres. 

4. Si examinaras detenidamente los medios por los que tu ilusoria autodefensa procede a lo largo de su imaginaria trayectoria, te percatarías de las premisas sobre las que se basa la idea anterior. 2 En primer lugar, es obvio que las ideas tienen que abandonar su fuente, pues eres tú quien lanza el ataque y quien primero tuvo que concebirlo. 3 No obstante, lanzas el ataque contra algo externo a ti y en tu mente te separas de aquel a quien atacas, completamente convencido de que la división a la que has dado lugar es real. 

5. En segundo lugar, los atributos del amor se le confieren a su “enemigo”. 2 Pues el miedo se convierte en tu refugio y en el protector de tu paz, y recurres a él en busca de solaz y de escape de cualquier duda con respecto a tu fortaleza, así como con la esperanza de poder descansar en una quietud libre de sueños. 3 Y según se despoja al amor de lo que le pertenece a él y sólo a él, se le adjudican los atributos del miedo. 4 Pues el amor te pediría que depusieses todas tus defensas por ser éstas meras necedades. 5 Y ciertamente tus armas se desmoronarían y quedarían reducidas a polvo, 6 pues eso es lo que son. 

6. Al tener al amor como enemigo, la crueldad se convierte necesariamente en un dios. 2 Y los dioses exigen que sus seguidores obedezcan sus mandatos sin rechistar. 3 A aquellos que cuestionan la sensatez o, cuando menos, la cordura de tales exigencias, se les castiga severa e implacablemente. 4 Pues son sus enemigos los que son irrazonables y dementes, mientras que ellos son siempre justos y misericordiosos. 

7. Hoy examinaremos a este dios cruel objetivamente. 2 Y nos daremos cuenta de que aunque sus labios están manchados de sangre y de que de su boca parecen salir llamas, está hecho de piedra. 3 No puede hacer nada. 4 No tenemos que desafiar su poder, 5 pues no tiene ninguno. 6 Y quienes ven en él su seguridad, no tienen ni guardián ni fortaleza a los que recurrir en caso de peligro, ni ningún poderoso guerrero que salga en su defensa. 

8. Este momento puede ser terrible. 2 Pero también puede ser el momento en que te emancipas de tu abyecta esclavitud. 3 Pues al estar frente a este ídolo y verlo exactamente como es, puedes tomar una decisión: 4 ¿Vas a restituirle al amor lo que has procurado arrebatarle para ponerlo a los pies de ese inanimado bloque de piedra? 5 ¿O vas a inventar otro ídolo para que lo reemplace? 6 Pues el dios de la crueldad adopta muchas formas. 7 Siempre es posible encontrar otra. 

9. Mas no creas que el miedo es la manera de escapar del miedo. 2 Recordemos lo que se ha subrayado en el texto con respecto a los obstáculos que la paz tiene que superar. 3 De éstos, el último, el que más difícil nos resulta creer que no es nada—si bien aparenta ser un bloque sólido, impenetrable, temible e insuperable—es el miedo a Dios Mismo. 4 He aquí la premisa básica que entrona al pensamiento del miedo como si de un dios se tratase. 5 Pues el miedo es venerado por aquellos que le rinden culto y el amor parece ahora estar revestido de crueldad. 

10. ¿De dónde ha surgido la creencia totalmente irracional de que hay dioses vengativos? 2 El amor no ha confundido sus atributos con los del miedo. 3 Mas los que le rinden culto al miedo perciben su propia confusión en el “enemigo” del miedo, y la crueldad de éste como parte del amor. 4 ¿Y qué podría ser ahora más temible que el Corazón del Amor Mismo? 5 Sus Labios parecen estar manchados de sangre y de su boca brotar fuego. 6 Pero sobre todo, es terrible e inconcebiblemente cruel, y siega las vidas de todos aquellos que Lo consideran su Dios. 

11. No hay duda acerca de la decisión que hoy vas a tomar. 2 Pues hoy posarás tu mirada por última vez sobre ese bloque de piedra que tú mismo esculpiste y dejarás de llamarle dios. 3 Ya habías llegado a este punto antes, pero decidiste que ese dios cruel permaneciera contigo en otra forma. 4 Y por eso el temor a Dios permaneció contigo. 5 Pero esta vez lo dejarás allí. 6 Y al volver, regresarás a un mundo nuevo, aliviado de ese peso; un mundo que no se ve a través de sus ojos invidentes, sino a través de la visión que tu decisión te restauró. 

12. Ahora tus ojos le pertenecen a Cristo y es Él quien mira a través de ellos. 2 Ahora tu voz le pertenece a Dios y se hace eco de la Suya. 3 Ahora tu corazón permanecerá en paz para siempre. 4 Lo has elegido a Él en lugar de a los ídolos, y los atributos con los que tu Creador te bendijo te son por fin restituidos. 5 La Llamada de Dios ha sido oída y contestada. 6 Ahora el miedo ha dado paso al amor, al Dios Mismo reemplazar la crueldad. 

13. Padre, somos como Tú. 2 En nosotros no hay crueldad, puesto que en Ti no la hay. 3 Tu paz es nuestra. 4 Y bendecimos al mundo con lo que hemos recibido exclusivamente de Ti. 5 Elegimos una vez más, y elegimos asimismo por todos nuestros hermanos, sabiendo que son uno con nosotros. 6 Les brindamos Tu salvación tal como la hemos recibido ahora. 7 Y damos gracias por ellos que nos completan. 8 En ellos vemos Tu Gloria y en ellos hallamos nuestra paz. 9 Somos santos porque Tu Santidad nos ha liberado. 10 Y por ello Te damos las gracias. 11 Amén.

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