Si te sigues sintiendo culpable es porque tu ego sigue al mando,
ya que sólo el ego puede experimentar culpa.
ACIM, T-4.IV.5:5
ACIM, T-4.IV.5:5
ACIM, T-4.IV.6-7-8-9-10
6. Vigila tu mente contra las tentaciones del ego y no te dejes engañar por él. 2 No tiene nada que ofrecerte.
3 Cuando hayas abandonado ese desánimo voluntario, verás cómo tu mente puede concentrarse, trascender toda
fatiga y sanar. 4 No obstante, no te mantienes lo suficientemente alerta contra las exigencias del ego como para
poder librarte de ellas. 5 Eso no tiene por qué ser así.
7. El hábito de colaborar con Dios y Sus Creaciones se adquiere fácilmente si te niegas diligentemente a dejar que
tu mente divague. 2 No se trata de un problema de falta de concentración, sino de la creencia de que nadie,
incluido tú, es digno de un esfuerzo continuo. 3 Ponte de mi parte sistemáticamente contra este engaño y no
permitas que esa desafortunada creencia te retrase. 4 Los descorazonados no pueden ayudarse a sí mismos ni
me pueden ayudar a mí.
a Sin embargo, sólo el ego puede sentirse descorazonado.
8. ¿Te has detenido a pensar seriamente en las muchas oportunidades que has tenido de regocijarte y en cuántas
has dejado pasar?
2 El poder de un Hijo de Dios es ilimitado, pero él puede restringir la expresión de su poder
tanto como quiera. 3 Tu mente y la mía pueden unirse para desvanecer con su luz a tu ego, liberando la Fuerza
de Dios para que reverbere en todo lo que hagas o pienses. 4 No te conformes con menos y niégate a aceptar
como tu objetivo nada que no sea eso. 5 Vigila tu mente con sumo cuidado contra cualquier creencia que se
interponga en el logro de tu objetivo, y recházala. 6 Juzga por tus sentimientos cuán bien has hecho esto, pues
ése es el único uso acertado del juicio. 7 Los juicios, al igual que cualquier otra defensa, se pueden utilizar para
atacar o para proteger, para herir o para sanar. 8 Al ego se le debe llevar a juicio y allí declararlo inexistente. 9 Sin tu lealtad, protección y amor, el ego no puede existir. 10 Deja que sea juzgado imparcialmente y no podrás
por menos que retirarle tu lealtad, tu protección y tu amor.
9. Eres un espejo de la verdad en el que Dios Mismo brilla en perfecta luz. 2 Al tenebroso espejo del ego no tienes
sino que decirle: “No voy a mirar ahí porque sé que esas imágenes no son verdad”. 3 Deja entonces que el
Santísimo brille sobre ti en paz, sabiendo que así y sólo así es como debe ser. 4 Su Mente resplandeció sobre ti
en tu creación y le dio existencia a tu mente. 5 Su Mente resplandece todavía sobre ti y no puede sino
resplandecer a través de ti. 6 Tu ego no puede impedir que Dios resplandezca sobre ti, pero puede impedir que
Lo dejes resplandecer a través de ti.
10. El Primer Advenimiento de Cristo no es más que otro nombre para la Creación, pues Cristo es el Hijo de Dios.
2 El Segundo Advenimiento de Cristo no significa otra cosa que el fin del dominio del ego y la sanación de la
mente. 3 Al igual que tú, fui creado en el primero, y te he llamado para que te unas a mí en el segundo. 4 Estoy
a cargo del Segundo Advenimiento, y mi juicio, que se usa solamente como protección, no puede ser erróneo
porque nunca ataca. 5 El tuyo puede estar tan distorsionado que hasta creas que me equivoqué al escogerte. 6 Te
aseguro que eso es un error de tu ego. 7 No lo confundas con humildad. 8 Tu ego está tratando de convencerte
de que él es real y de que yo no lo soy, ya que si yo soy real, no puedo ser más real que tú. 9 Ese conocimiento —y te aseguro yo que es conocimiento—significa que Cristo ha venido a tu mente y la ha sanado.
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