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1. A menos que primero conozcas algo no puedes disociarte de ello. 2 El Conocimiento, entonces, debe preceder a la disociación, de modo que ésta no es otra cosa que la decisión de olvidar. 3 Lo que se ha olvidado parece entonces temible, pero únicamente porque la disociación es un ataque contra la verdad. 4 Sientes miedo porque la has olvidado. 5 Y has reemplazado tu conocimiento por una conciencia de sueños, ya que tienes miedo de la disociación y no de aquello de lo que te disociaste. 6 Cuando aceptas aquello de lo que te disociaste, deja de ser temible. 2. Sin embargo, renunciar a tu disociación de la realidad trae consigo algo más que una mera ausencia de miedo.
1. A menos que primero conozcas algo no puedes disociarte de ello. 2 El Conocimiento, entonces, debe preceder a la disociación, de modo que ésta no es otra cosa que la decisión de olvidar. 3 Lo que se ha olvidado parece entonces temible, pero únicamente porque la disociación es un ataque contra la verdad. 4 Sientes miedo porque la has olvidado. 5 Y has reemplazado tu conocimiento por una conciencia de sueños, ya que tienes miedo de la disociación y no de aquello de lo que te disociaste. 6 Cuando aceptas aquello de lo que te disociaste, deja de ser temible. 2. Sin embargo, renunciar a tu disociación de la realidad trae consigo algo más que una mera ausencia de miedo.
2 En esa decisión radica la dicha, la paz y la gloria de la Creación. 3 Ofrécele al Espíritu Santo únicamente tu
voluntad de estar dispuesto a recordar, pues Él ha conservado para ti el conocimiento de Dios y de ti mismo, y
sólo espera a que lo aceptes. 4 Abandona gustosamente todo aquello que pueda demorar la llegada de ese
recuerdo, pues Dios se encuentra en tu memoria. 5 Su Voz te dirá que eres parte de Él cuando estés dispuesto a
recordarle y a conocer tu realidad nuevamente. 6 No permitas que nada en este mundo demore el que recuerdes
a Dios, pues en ese recordar radica el conocimiento de ti mismo.
3. Recordar es simplemente restituir en tu mente lo que ya se encuentra allí. 2 No eres el autor de aquello que
recuerdas, sino que sencillamente vuelves a aceptar lo que ya se encuentra allí, pero había sido rechazado. 3 La
capacidad de aceptar la verdad en este mundo es el equivalente perceptual de lo que en el Reino es crear.
4 Dios cumplirá con Su cometido si tú cumples con el tuyo, y a cambio del tuyo Su recompensa será el
intercambio de la percepción por el Conocimiento. 5 Nada está más allá de lo que Su Voluntad dispone para ti.
6 Pero expresa tu deseo de recordarle, y ¡Oh maravilla!, 7 Él te dará todo sólo con que se lo pidas.
4. Cuando atacas te estás negando a ti mismo. 2 Y te estás enseñando específicamente que no eres lo que eres. 3 Tu
negación de la realidad te impide aceptar el regalo de Dios, puesto que has aceptado otra cosa en su lugar 4 Si
entendieras que esto siempre constituye un ataque contra la verdad, y que Dios es la Verdad, comprenderías
por qué esto siempre da miedo. 5 Si además reconocieras que formas parte de Dios, entenderías por qué razón
siempre te atacas a ti mismo primero.
5. Todo ataque es un ataque contra uno mismo. 2 No puede ser otra cosa. 3 Al proceder de tu propia decisión de no
ser Quien eres, es un ataque contra tu Identidad. 4 Atacar es, por lo tanto, la manera en que pierdes conciencia
de tu Identidad, pues cuando atacas es señal inequívoca de que has olvidado Quién eres. 5 Y si tu realidad es la
de Dios, cuando atacas no te estás acordando de Él. 6 Esto no se debe a que Él se haya marchado, sino a que tú
estás eligiendo deliberadamente no recordarlo.
6. Si te dieras cuenta de los estragos que esto le ocasiona a tu paz mental no podrías tomar una decisión tan
descabellada. 2 La tomas únicamente porque todavía crees que puede proporcionarte algo que deseas. 3 De esto
se deduce, por consiguiente, que lo que quieres no es paz mental sino otra cosa, pero no te has detenido a
considerar lo que esa otra cosa debe ser. 4 Aun así, el resultado lógico de tu decisión es perfectamente evidente,
sólo con que lo observes. 5 Al decidir contra tu realidad, has decidido mantenerte alerta contra Dios y Su
Reino. 6 Y es este estado de alerta lo que hace que tengas miedo de recordarle.
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