viernes, 29 de abril de 2022

II. La decisión de olvidar

enlace a "la función del obrador de Milagros"
1. A menos que primero conozcas algo no puedes disociarte de ello. 2 El Conocimiento, entonces, debe preceder a la disociación, de modo que ésta no es otra cosa que la decisión de olvidar. 3 Lo que se ha olvidado parece entonces temible, pero únicamente porque la disociación es un ataque contra la verdad. 4 Sientes miedo porque la has olvidado. 5 Y has reemplazado tu conocimiento por una conciencia de sueños, ya que tienes miedo de la disociación y no de aquello de lo que te disociaste. 6 Cuando aceptas aquello de lo que te disociaste, deja de ser temible. 2. Sin embargo, renunciar a tu disociación de la realidad trae consigo algo más que una mera ausencia de miedo. 

2 En esa decisión radica la dicha, la paz y la gloria de la Creación. 3 Ofrécele al Espíritu Santo únicamente tu voluntad de estar dispuesto a recordar, pues Él ha conservado para ti el conocimiento de Dios y de ti mismo, y sólo espera a que lo aceptes. 4 Abandona gustosamente todo aquello que pueda demorar la llegada de ese recuerdo, pues Dios se encuentra en tu memoria. 5 Su Voz te dirá que eres parte de Él cuando estés dispuesto a recordarle y a conocer tu realidad nuevamente. 6 No permitas que nada en este mundo demore el que recuerdes a Dios, pues en ese recordar radica el conocimiento de ti mismo. 

3. Recordar es simplemente restituir en tu mente lo que ya se encuentra allí. 2 No eres el autor de aquello que recuerdas, sino que sencillamente vuelves a aceptar lo que ya se encuentra allí, pero había sido rechazado. 3 La capacidad de aceptar la verdad en este mundo es el equivalente perceptual de lo que en el Reino es crear. 4 Dios cumplirá con Su cometido si tú cumples con el tuyo, y a cambio del tuyo Su recompensa será el intercambio de la percepción por el Conocimiento. 5 Nada está más allá de lo que Su Voluntad dispone para ti. 6 Pero expresa tu deseo de recordarle, y ¡Oh maravilla!, 7 Él te dará todo sólo con que se lo pidas. 

4. Cuando atacas te estás negando a ti mismo. 2 Y te estás enseñando específicamente que no eres lo que eres. 3 Tu negación de la realidad te impide aceptar el regalo de Dios, puesto que has aceptado otra cosa en su lugar 4 Si entendieras que esto siempre constituye un ataque contra la verdad, y que Dios es la Verdad, comprenderías por qué esto siempre da miedo. 5 Si además reconocieras que formas parte de Dios, entenderías por qué razón siempre te atacas a ti mismo primero. 

5. Todo ataque es un ataque contra uno mismo. 2 No puede ser otra cosa. 3 Al proceder de tu propia decisión de no ser Quien eres, es un ataque contra tu Identidad. 4 Atacar es, por lo tanto, la manera en que pierdes conciencia de tu Identidad, pues cuando atacas es señal inequívoca de que has olvidado Quién eres. 5 Y si tu realidad es la de Dios, cuando atacas no te estás acordando de Él. 6 Esto no se debe a que Él se haya marchado, sino a que tú estás eligiendo deliberadamente no recordarlo. 

6. Si te dieras cuenta de los estragos que esto le ocasiona a tu paz mental no podrías tomar una decisión tan descabellada. 2 La tomas únicamente porque todavía crees que puede proporcionarte algo que deseas. 3 De esto se deduce, por consiguiente, que lo que quieres no es paz mental sino otra cosa, pero no te has detenido a considerar lo que esa otra cosa debe ser. 4 Aun así, el resultado lógico de tu decisión es perfectamente evidente, sólo con que lo observes. 5 Al decidir contra tu realidad, has decidido mantenerte alerta contra Dios y Su Reino. 6 Y es este estado de alerta lo que hace que tengas miedo de recordarle.

No hay comentarios:

Publicar un comentario