1. El Segundo Advenimiento de Cristo le confiere al Hijo de Dios este don: poder oír a la Voz que habla por Dios
proclamar que lo falso es falso y que lo que es verdad nunca ha cambiado. 2 Y éste es el juicio mediante el cual
a la percepción le llega su fin. 3 Lo primero que verás será un mundo que ha aceptado que esto es verdad, al
haber sido proyectado desde una mente que ya ha sido corregida. 4 Y con este panorama santo, la percepción
imparte una silenciosa bendición y luego desaparece, al haber alcanzado su objetivo y cumplido su misión.
2. El Juicio Final sobre el mundo no encierra condena alguna. 2 Pues ve a éste completamente perdonado, libre de
pecado y sin propósito alguno. 3 Y al no tener causa ni función ante los ojos de Cristo, simplemente se disuelve
en la nada. 4 Ahí nació y ahí ha de terminar. 5 Y todas las figuras del sueño con el que el mundo comenzó
desaparecen junto con él. 6 Los cuerpos no tienen ahora ninguna utilidad, por lo tanto, desaparecen también,
pues el Hijo de Dios es ilimitado.
3. Tú que creías que el Juicio Final de Dios condenaría al mundo al infierno junto contigo, acepta esta santa
verdad: el Juicio de Dios es el don de la Corrección que Él le concedió a todos tus errores.
a Dicha Corrección
te libera de ellos y de todos los efectos que parecían tener. 2 Tener miedo de la Gracia redentora de Dios es
tener miedo de liberarte totalmente del sufrimiento, del retorno a la paz, de la seguridad y la felicidad, así como
de tu unión con tu propia Identidad.
4. El Juicio Final de Dios es tan misericordioso como cada uno de los pasos de Su plan para bendecir a Su Hijo y
exhortarlo a regresar a la paz eterna que comparte con él. 2 No tengas miedo del amor, 3 pues sólo él puede
sanar todo pesar, enjugar todas las lágrimas y despertar tiernamente de su sueño de dolor al Hijo que Dios
reconoce como Suyo. 4 No tengas miedo de eso. 5 La salvación te pide que le des la bienvenida. 6 Y el mundo
espera tu grata aceptación de ella, gracias a lo cual él se liberará.
5. Éste es el Juicio Final de Dios: “Tú sigues siendo Mi santo Hijo, por siempre inocente, por siempre amoroso y
por siempre amado, tan ilimitado como tu Creador, absolutamente inmutable y por siempre inmaculado.
2 Despierta, pues, y regresa a Mí. 3 Yo soy tu Padre y tú eres Mi Hijo”.
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