Hoy aprendo la ley del amor: lo que le doy a mi hermano es el regalo que me hago a mí mismo.
1. Ésa es Tu Ley, Padre mío, no la mía. 2 Al no comprender lo que significaba dar, procuré que lo que deseaba
fuese sólo para mí. 3 Y cuando vi el tesoro que creía tener, encontré un lugar vacío en el que nunca hubo nada,
en el que no hay nada ahora y en el que nunca habrá nada. 4 ¿Quién puede compartir un sueño?
5 ¿Y qué
puede ofrecerme una ilusión?
6 Pero aquel a quien perdone me agasajará con regalos mucho más valiosos que
cualquier cosa que haya en la tierra. 7 Que los hermanos que he perdonado llenen mis arcas con los tesoros
del Cielo, que son los únicos que son reales. 8 Así se cumple la Ley del Amor. 9 Y así es como Tu Hijo se eleva
y regresa a Ti.
2. ¡Qué cerca nos encontramos unos de otros según nos dirigimos a Dios! 2
¡Qué cerca se encuentra de nosotros!
3
¡Qué cerca el final del sueño de pecado y la redención del Hijo de Dios!
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