Yo estoy en mi hogar. El miedo aquí es un extraño.
8. La certeza de Dios es suficiente. 2 A aquel a quien Él reconoce como Su Hijo le corresponde estar allí donde Él
ubicó a Su Hijo para siempre. 3 Él ha contestado tu pregunta: “¿Quién es el extraño?”
4 Oye Su Voz asegurarte,
con serenidad y certeza, que no eres un extraño para tu Padre, ni tu Creador se ha vuelto un extraño para ti.
5 Aquel a quien Dios se ha unido es eternamente uno, pues en Él está en su hogar y no es un extraño para sí
mismo.
9. Hoy damos gracias de que Cristo haya venido a buscar en el mundo lo que es Suyo. 2 Su visión no ve extraños,
sino que contempla a los Suyos y se une a ellos jubilosamente. 3 Ellos Lo ven como un extraño, pues no se
reconocen a sí mismos. 4 No obstante, a medida que Le den la bienvenida, se acordarán. 5 Y Él los conducirá
dulcemente de regreso a su hogar, donde les corresponde estar.
10. Cristo no se olvida de nadie. 2 No deja de darte ni uno solo de tus hermanos para que los recuerdes a todos, de
manera que tu hogar pueda ser pleno y perfecto, tal como fue establecido. 3 Él no se ha olvidado de ti. 4 Mas tú
no Lo podrás recordar hasta que contemples todo tal como Él lo hace. 5 El que niega a su hermano lo está
negando a Él, por lo tanto, se está negando a aceptar el don de la visión mediante el cual puede reconocer a su
Ser claramente, recordar su hogar y alcanzar la salvación.
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