lunes, 6 de julio de 2020

188 LECCIÓN


La Paz de Dios refulge en mí ahora. 
1. ¿Por qué esperar a llegar al Cielo? 2 Los que buscan la luz están simplemente tapándose los ojos. 3 La luz ya está en ellos. 4 La iluminación es simplemente un reconocimiento, no un cambio. 5 La luz es algo ajeno al mundo, y tú en quien mora la luz eres asimismo un extraño aquí. 6 La luz vino contigo desde tu hogar natal y ha permanecido contigo porque es tuya. 7 Es lo único que trajiste contigo de Aquel que es tu Fuente. 8 Refulge en ti porque ilumina tu hogar y te conduce de vuelta al lugar de donde vino y donde finalmente estás en tu hogar. 

2. Esta luz no se puede perder. 2 ¿Por qué esperar a encontrarla en el futuro, o creer que se ha perdido o que nunca existió? 3 Es tan fácil verla que los argumentos que demuestran que no está ahí se vuelven irrisorios. 4 ¿Quién podría negar la presencia de lo que está en él mismo? 5 No es difícil mirar en nuestro interior, pues ahí nace toda visión. 6 Lo que se ve, ya sea en sueños o procedente de una Fuente más verdadera, no es más que una sombra de lo que se ve a través de la visión interior. 7 Ahí comienza la percepción y ahí termina. 8 No tiene otra fuente que ésta. 

3. La Paz de Dios refulge en ti ahora, y desde tu corazón se extiende por todo el mundo. 2 Se detiene a acariciar cada ser vivo, y le deja una bendición que ha de perdurar por siempre y para siempre. 3 Lo que da no puede sino ser eterno. 4 EIimina todo pensamiento de lo efímero y de lo que carece de valor. 5 Renueva todos los corazones fatigados e ilumina todo lo que ve según pasa de largo. 6 Todos sus dones se le dan a todo el mundo, y todo el mundo se une para darte las gracias a ti que das y a ti que has recibido. 

4. El resplandor de tu mente le recuerda al mundo lo que ha olvidado, y éste a su vez restituye esa memoria en ti. 2 Desde ti la salvación irradia dones inconmensurables, que se dan y se devuelven. 3 A ti que das el regalo, Dios Mismo te da las gracias. 4 Y la luz que refulge en ti se vuelve aún más brillante con Su bendición, sumándose así a los regalos que tienes para ofrecérselos al mundo. 

5. La Paz de Dios jamás se puede contener. 2 El que la reconoce dentro de sí tiene que darla. 3 Y los medios por los que puede hacerlo residen en su entendimiento. 4 Puede perdonar porque reconoció la verdad en él. 5 La Paz de Dios refulge en ti ahora, así como en todo ser vivo. 6 En la quietud, la Paz de Dios se reconoce universalmente, 7 pues lo que tu visión interna contempla es tu percepción del universo. 

6. Siéntate en silencio y cierra los ojos. 2 La luz en tu interior es suficiente. 3 Sólo ella puede concederte el don de la visión. 4 Ciérrate al mundo exterior y dales alas a tus pensamientos para que lleguen hasta la paz que yace dentro de ti. 5 Ellos conocen el camino. 6 Pues los pensamientos honestos, no mancillados por el sueño de cosas mundanas externas a ti, se convierten en los santos mensajeros de Dios Mismo. 

7. Éstos son los pensamientos que piensas con Él. 2 Ellos reconocen su hogar 3 y apuntan con certeza hacia su Fuente, donde Dios el Padre y el Hijo son Uno. 4 La Paz de Dios refulge sobre ellos, y no pueden sino permanecer contigo, pues nacieron en tu mente, tal como tu mente nació en la de Dios. 5 Te conducen de regreso a la paz, desde donde vinieron con el solo propósito de recordarte cómo regresar. 

8. Acatan la Voz de tu Padre cuando tú te niegas a escuchar. 2 Y te instan dulcemente a que aceptes Su Palabra acerca de lo que eres en lugar de fantasías y sombras. 3 Te recuerdan que eres el co-creador de todas las cosas que viven. 4 Así como la Paz de Dios refulge en ti, refulge también en ellas. 

9. El propósito de nuestras prácticas de hoy es acercarnos a la luz que mora en nosotros. 2 Tomamos rienda de nuestros pensamientos errantes y dulcemente los conducimos de regreso allí donde pueden armonizarse con los pensamientos que compartimos con Dios. 3 No vamos a permitir que sigan descarriados. 4 Dejaremos que la luz que mora en nuestras mentes los guíe de regreso a su hogar. 5 Los traicionamos al haberles ordenado que se apartasen de nosotros. 6 Pero ahora les pedimos que regresen y los purificamos de cualquier anhelo extraño o deseo confuso. 7 Y así, les restituimos la santidad que es su herencia. 

10. De esta forma, nuestras mentes quedan restauradas junto con ellos, y reconocemos que la Paz de Dios refulge todavía en nosotros y que desde nosotros se extiende hasta todos los seres vivos que comparten nuestra vida. 2 Los perdonamos a todos y absolvemos al mundo entero de lo que pensábamos que nos había hecho. 3 Pues somos nosotros quienes construimos el mundo como queremos que sea. 4 Ahora elegimos que sea inocente, libre de pecado y receptivo a la salvación. 5 Y sobre él vertemos nuestra bendición salvadora, según decimos: 
Oración
6 La Paz de Dios refulge en mí ahora. 7 Que todas las cosas refuljan sobre mí en esa paz y que yo las bendiga con la luz que mora en mí

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