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1. La manera de reconocer a tu hermano es reconociendo al Espíritu Santo en él. 2 He dicho ya que el Espíritu Santo es el Puente para la transferencia de la percepción al Conocimiento, de modo que podemos usar los términos como si en verdad estuvieran relacionados, pues en Su Mente lo están. 3 Esta relación no puede por menos que estar en Su Mente porque, de no ser así, la separación entre las dos formas de pensar no se podría subsanar. 4 El Espíritu Santo forma parte de la Santísima Trinidad porque Su Mente es parcialmente tuya y también parcialmente de Dios. 5 Esto necesita aclararse, no con palabras, sino mediante una experiencia.
1. La manera de reconocer a tu hermano es reconociendo al Espíritu Santo en él. 2 He dicho ya que el Espíritu Santo es el Puente para la transferencia de la percepción al Conocimiento, de modo que podemos usar los términos como si en verdad estuvieran relacionados, pues en Su Mente lo están. 3 Esta relación no puede por menos que estar en Su Mente porque, de no ser así, la separación entre las dos formas de pensar no se podría subsanar. 4 El Espíritu Santo forma parte de la Santísima Trinidad porque Su Mente es parcialmente tuya y también parcialmente de Dios. 5 Esto necesita aclararse, no con palabras, sino mediante una experiencia.
2. El Espíritu Santo es la idea de la curación. 2 Al ser un pensamiento, la idea se expande a medida que se
comparte. 3 Al ser la Llamada a Dios, es asimismo la idea de Dios. 4 Puesto que tú formas parte de Dios, es
también la idea de lo que tú eres, así como de lo que son todas Sus Creaciones. 5 La idea del Espíritu Santo
comparte la propiedad de otras ideas porque obedece las leyes del universo del que forma parte. 6 Se refuerza
al compartirse. 7 Se expande en ti a medida que se la ofreces a tu hermano. 8 Tu hermano no tiene que ser
consciente del Espíritu Santo en él o en ti para que se produzca este milagro. 9 Puede que se haya desentendido
de la Llamada a Dios tal como tú lo hiciste. 10 Este desentendimiento se subsana en ambos a medida que tomas
conciencia de la Llamada a Dios en él, reconociendo de esta forma su existencia.
3. Existen dos formas diametralmente opuestas de ver a tu hermano. 2 Ambas tienen que encontrarse en tu mente
porque tú eres el perceptor. 3 Tienen que encontrarse también en la suya, puesto que lo estás percibiendo a él.
4 Mira a tu hermano a través del Espíritu Santo en su mente y reconocerás al Espíritu Santo en la tuya. 5 Lo que
reconoces en tu hermano lo reconoces en ti; y lo que compartes, lo refuerzas.
4. La Voz del Espíritu Santo en ti es débil. 2 Por eso es por lo que debes compartirla. 3 Tiene que hacerse más
fuerte antes de que puedas oírla. 4 Es imposible que la oigas dentro de ti mientras siga siendo tan débil en tu
mente. 5 No es que de por sí sea débil, sino que está limitada por tu renuencia a oírla. 6 Si cometes el error de
buscar al Espíritu Santo únicamente en ti, tus pensamientos te asustarán, ya que al adoptar el punto de vista del
ego, estarás emprendiendo un viaje que le es ajeno al ego utilizándolo a él de guía. 7 Esto no puede sino
producir miedo.
5. Las demoras pertenecen al ámbito del ego porque el tiempo es un concepto suyo. 2 En la eternidad, tanto el
tiempo como las demoras carecen de sentido. 3 He dicho anteriormente que el Espíritu Santo es la Respuesta de
Dios al ego. 4 Todo lo que el Espíritu Santo te recuerda está en directa oposición a las nociones del ego, pues
las percepciones verdaderas y las falsas se oponen entre sí. 5 La tarea del Espíritu Santo es des-hacer lo que el
ego ha hecho. 6 Lo des-hace en el mismo nivel en el que el ego opera, pues, de otro modo, la mente sería
incapaz de comprender el cambio.
6. He subrayado repetidamente que uno de los niveles de la mente no es comprensible para el otro. 2 Lo mismo
ocurre con el ego y el Espíritu Santo; con el tiempo y la eternidad. 3 La eternidad es una Idea de Dios, por lo
tanto, el Espíritu Santo la comprende perfectamente. 4 El tiempo es una creencia del ego, por lo tanto, la mente
inferior—el dominio del ego—la acepta sin reservas. 5 El único aspecto del tiempo que es eterno es el ahora.
7. El Espíritu Santo es el Mediador entre las interpretaciones del ego y el Conocimiento del Espíritu. 2 Su
capacidad para utilizar símbolos Le permite actuar con las creencias del ego en el propio lenguaje de éste. 3 Su
capacidad para mirar más allá de los símbolos hacia la eternidad Le permite entender las Leyes de Dios, en
nombre de cuales habla. 4 Puede, por consiguiente, llevar a cabo la función de reinterpretar lo que el ego forja,
no mediante la destrucción, sino mediante el entendimiento. 5 El entendimiento es luz y la luz conduce al
Conocimiento. 6 El Espíritu Santo se encuentra en la Luz porque Él está en ti que eres Luz, pero tú desconoces
esto. 7 La tarea del Espíritu Santo consiste, pues, en reinterpretarte a ti en Nombre de Dios.
8. Tú no puedes comprenderte a ti mismo separado de los demás. 2 Ello se debe a que tú, separado del legítimo
lugar que ocupas en la Filiación, no significas nada, y el legítimo lugar de la Filiación es Dios. 3 Ésa es tu vida,
tu eternidad y tu Ser. 4 Esto es lo que el Espíritu Santo te recuerda. 5 Esto es lo que Él ve. 6 Esta visión
atemoriza al ego por ser tan serena. 7 La paz es el mayor enemigo del ego porque, de acuerdo con su
interpretación de la realidad, la guerra es la garantía de su propia supervivencia. 8 El ego se hace más fuerte en
la lucha. 9 Si crees que hay lucha, reaccionarás con saña porque la idea de peligro se habrá adentrado en tu
mente. 10 Dicha idea es un llamamiento al ego. 11 El Espíritu Santo está tan pendiente como el ego de cualquier
señal de peligro, oponiéndose a éste con todas Sus fuerzas de la misma forma en que el ego le da la bienvenida.
12 El Espíritu Santo contrarresta esa acogida dándole la bienvenida a la paz. 13 La eternidad y la paz están tan
estrechamente relacionadas como lo están el tiempo y la guerra.
9. La percepción deriva significado de las relaciones. 2 Aquellas que aceptas constituyen los cimientos de tus
creencias. 3 La separación es simplemente otro término para referirse a una mente dividida. 4 El ego es el
símbolo de la separación, tal como el Espíritu Santo es el símbolo de la paz. 5 Lo que percibes en otros lo
refuerzas en ti. 6 Puedes permitir que tu mente perciba falsamente, pero el Espíritu Santo le permite
reinterpretar sus propias percepciones falsas.
10. El Espíritu Santo es el Maestro perfecto. 2 Se vale únicamente de lo que tu mente ya comprende para enseñarte
que tú no lo comprendes. 3 El Espíritu Santo puede tratar con un alumno reacio sin oponerse a su mente porque
parte de ella está todavía de parte de Dios. 4 A pesar de los intentos del ego por ocultarla, esa parte es todavía
mucho más poderosa que el ego, si bien éste no la reconoce. 5 El Espíritu Santo la reconoce perfectamente
porque se trata de Su Propia morada: el lugar de la mente donde Él se siente a gusto. 6 Tú también te sientes a
gusto ahí porque es un lugar de paz y la paz es de Dios. 7 Y tú, que formas parte de Él, no te sientes a gusto
salvo en Su Paz. 8 Si la paz es eterna, sólo te puedes sentir a gusto en la eternidad.
11. El ego construyó el mundo tal como lo percibe, pero el Espíritu Santo—el reintérprete de lo que el ego
construyó—ve el mundo como un recurso de enseñanza para llevarte a tu hogar. 2 El Espíritu Santo tiene que
percibir el tiempo y reinterpretarlo como eterno. 3 Tiene que llevar a cabo Su labor mediante el uso de opuestos
porque tiene que operar para una mente y con una mente que está en oposición. 4 Haz todas las correcciones
que tengas que hacer, procura aprender y mantén una actitud receptiva con respecto al aprendizaje. 5 Tú no
creaste la verdad, pero la verdad puede todavía hacerte libre. 6 Contempla todo tal como el Espíritu Santo lo
contempla y entiende todo tal como Él lo entiende. 7 Su entendimiento evoca a Dios en memoria mía. 8 El
Espíritu Santo está siempre en comunión con Dios, y forma parte de ti. 9 Él es tu Guía a la salvación porque
recuerda tanto lo pasado como lo que ha de venir y lo trae al presente. 10 Él mantiene ese regocijo en tu mente
con gran ternura y sólo te pide que lo incrementes compartiéndolo en Nombre de Dios de modo que Su Júbilo
se incremente en ti.
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