enlace a "la función del obrador de Milagros"
1. Tal vez algunos de nuestros conceptos se vuelvan más claros y significativos para ti si aclaramos el uso que el ego hace de la culpabilidad. 2 El ego tiene un propósito, al igual que el Espíritu Santo. 3 El propósito del ego es infundir miedo porque sólo los que tienen miedo pueden ser egoístas. 4 La lógica del ego es tan impecable como la del Espíritu Santo, ya que tu mente tiene a su disposición los medios para ponerse de parte del Cielo o de la tierra, según elija. 5 Pero una vez más, recuerda que ambos se encuentran en ti.
1. Tal vez algunos de nuestros conceptos se vuelvan más claros y significativos para ti si aclaramos el uso que el ego hace de la culpabilidad. 2 El ego tiene un propósito, al igual que el Espíritu Santo. 3 El propósito del ego es infundir miedo porque sólo los que tienen miedo pueden ser egoístas. 4 La lógica del ego es tan impecable como la del Espíritu Santo, ya que tu mente tiene a su disposición los medios para ponerse de parte del Cielo o de la tierra, según elija. 5 Pero una vez más, recuerda que ambos se encuentran en ti.
2. En el Cielo no hay culpabilidad porque el Reino se alcanza por medio de la Expiación, la cual te libera para que
puedas crear. 2 La palabra “crear” es apropiada en este contexto porque una vez que el Espíritu Santo des-hace
lo que tú has hecho, se restaura el residuo bendito y, por consiguiente, éste continúa creando. 3 Lo que es
verdaderamente bendito es incapaz de producir culpa y sólo puede producir dicha. 4 Esto hace que sea
invulnerable al ego porque su paz es inexpugnable. 5 Lo verdaderamente bendito no es susceptible de ser
alterado debido a la plenitud de la que goza. 6 La culpabilidad siempre altera. 7 Todo lo que genera miedo
produce disensión porque obedece las leyes de la división. 8 Si el ego es el símbolo de la separación, es
también el símbolo de la culpabilidad. 9 La culpabilidad es más que simplemente algo ajeno a Dios. 10 Es el
símbolo del ataque contra Dios. 11 Este concepto no tiene ningún sentido, excepto para el ego, pero no
subestimes el poder que el ego le aporta al creer en él. 12 Ésta es la creencia de donde procede toda
culpabilidad.
3. El ego es la parte de la mente que cree en la división. 2 ¿Cómo iba a poder una parte de Dios separarse de Él sin
creer que lo está atacando?
3 Hablamos anteriormente del problema de la autoridad y dijimos que se basa en el
concepto de que es posible usurpar el Poder de Dios. 4 El ego cree que eso es lo que tú hiciste porque cree que
tú eres él. Si te identificas con el ego, no podrás sino percibirte a ti mismo como culpable. 6 Siempre que le
hagas caso al ego experimentarás culpa y temerás ser castigado. 7 El ego es literalmente un pensamiento
aterrador. 8 Por muy ridícula que sea para una mente sana la idea de atacar a Dios, nunca olvides que el ego es
demente. 9 Representa un sistema de conceptos ilusorios y habla en su nombre. 10 Hacerle caso a la voz del ego
significa que crees que es posible atacar a Dios, y que has arrancado una parte de Él y te has apoderado de ella.
11 De ahí procede el miedo a las represalias externas, ya que el sentimiento de culpa es tan intenso que tiene
que ser proyectado.
4. Todo lo que aceptas en tu mente se vuelve real para ti. 2 Es tu aceptación lo que le confiere realidad. 3 El
permitirle la entrada al ego en tu mente y entronarlo allí, es lo que lo convierte en tu realidad. 4 Eso se debe a
que la mente es capaz de crear realidad o de fabricar ilusiones. 5 Dije anteriormente que tienes que aprender a
pensar con Dios. 6 Pensar con Él es pensar como Él, 7
lo cual produce dicha y no culpabilidad porque es algo
natural. 8 La culpabilidad es un signo inequívoco de que tu pensamiento no es natural. 9 El pensamiento que no
es natural va siempre acompañado de culpa porque es la creencia en el pecado. 10 El ego no percibe el pecado
como una falta de amor, sino como un decidido acto de agresión. 11 Esto es necesario para su supervivencia
porque, tan pronto como consideres que el pecado es una insuficiencia, tratarás automáticamente de remediar
la situación. 12 Y lo lograrás. 13 Para el ego eso es la perdición, pero tú tienes que aprender a verlo como tu
emancipación.
5. La mente que está libre de culpa no puede sufrir. 2 Al estar sana, sana a su vez al cuerpo porque ella misma ha
sanado. 3 Las enfermedades son inconcebibles para la mente sana, ya que no puede concebir atacar a nada ni a
nadie. 4 Dije antes que la enfermedad es una forma de magia. 5 Quizá sería mejor decir que es una forma de
solución mágica. 6 El ego cree que castigándose a sí mismo mitigará el castigo de Dios. 7 Mas incluso en esto
es arrogante. 8 Le atribuye a Dios la intención de castigar, y luego adopta esa intención como su propia
prerrogativa. 9 El ego trata de usurpar todas las funciones de Dios tal como las percibe porque reconoce que
sólo se puede confiar en una lealtad absoluta.
6. El ego no puede oponerse a las Leyes de Dios de la misma manera en que tú tampoco puedes hacerlo, pero
puede interpretarlas de acuerdo con lo que desea, al igual que tú. 2 Por eso es preciso que contestes la pregunta:
“¿Qué es lo que quiero?”
3 La contestas cada minuto y cada segundo, y cada decisión que tomas es un juicio
que no puede por menos que tener consecuencias. 4 Y éstas continuarán repitiéndose automáticamente hasta
que tomes otra decisión. 5 Recuerda, no obstante, que las alternativas en sí son inalterables. 6 El Espíritu Santo,
al igual que el ego, es una elección que uno hace. 7 Ambos constituyen las únicas alternativas que la mente
puede aceptar y obedecer. 8 El Espíritu Santo y el ego son las únicas opciones que tienes. 9 Dios creó Una de
ellas, por lo tanto, no puedes des-hacerla. 10 La otra la inventaste tú, por lo tanto, puedes. 11 Sólo lo que Dios
crea es irreversible e inmutable. 12 Lo que tú has fabricado siempre se puede cambiar porque cuando no piensas
como Dios en realidad no estás pensando en absoluto. 13 Las ideas ilusorias no son pensamientos reales, si bien
puedes creer en ellas. 14 Pero eso es un error. 15 La función del pensamiento procede de Dios y reside en Dios.
16 Puesto que formas parte de Su Pensamiento, no puedes pensar separado de Él.
7. El pensamiento irracional es pensamiento desordenado. 2 Dios Mismo pone orden en tu pensamiento porque tu
pensamiento fue creado por Él. 3 Los sentimientos de culpabilidad son siempre señal de que desconoces esto.
4 Muestran asimismo que crees que puedes pensar separado de Dios, y que deseas hacerlo. 5 Todo pensamiento
desordenado va acompañado de culpa desde su concepción y mantiene su continuidad gracias a ella. 6 La culpa
es ineludible para aquellos que creen que son ellos los que ordenan sus propios pensamientos y que, por lo
tanto, tienen que obedecer sus dictados. 7 Eso les hace sentirse responsables de sus errores sin darse cuenta de
que, al aceptar esta responsabilidad, están reaccionando de manera irresponsable. 8 Si la única responsabilidad
del obrador de milagros es aceptar la Expiación para sí mismo, y te aseguro yo que así es, la responsabilidad
por lo que debe ser expiado no puede entonces recaer sobre ti. 9 Este dilema no puede ser resuelto, excepto
aceptando la solución del des-hacimiento. 10 Tú serías responsable de los efectos de tu manera equivocada de
pensar si ésta no pudiera des-hacerse. 11 El propósito de la Expiación es conservar del pasado únicamente
aquello que ha sido purificado. 12 Si aceptas el remedio para el pensamiento desordenado, remedio cuya
eficacia es indudable, ¿cómo iban a seguir estando presente sus síntomas?
8. La continua decisión de permanecer separado es la única razón posible de que siga habiendo sentimientos de
culpabilidad. 2 Hemos dicho esto antes, pero no subrayamos los resultados destructivos de tal decisión.
3 Cualquier decisión de la mente afecta tanto al comportamiento como a la experiencia. 4 Lo que tú deseas,
esperas que tenga lugar. 5 Esto no es algo ilusorio. 6 Tu mente forja tu futuro, y se lo devolverá a la creación
plena en cualquier momento si primero acepta la Expiación. 7 Retornará asimismo a la creación plena en el
instante en que haya hecho eso. 8 Al haber renunciado a su pensamiento desordenado, la correcta ordenación
del pensamiento se hace evidente.
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