enlace a "los dos usos del tiempo"
1. Más allá de la débil atracción que la relación de amor especial ejerce, y empañada siempre por ella, se encuentra la poderosa atracción que el Padre ejerce sobre Su Hijo. 2 Ningún otro amor puede satisfacerte porque no hay ningún otro amor. 3 Ése es el único amor que se da plenamente y que es plenamente correspondido. 4 Puesto que goza de plenitud, no pide nada. 5 Puesto que es totalmente puro, todos los que se unen a él lo tienen todo. 6 Esto no es así en ninguna relación que el ego entabla. 7 Pues toda relación que el ego entabla es siempre especial.
1. Más allá de la débil atracción que la relación de amor especial ejerce, y empañada siempre por ella, se encuentra la poderosa atracción que el Padre ejerce sobre Su Hijo. 2 Ningún otro amor puede satisfacerte porque no hay ningún otro amor. 3 Ése es el único amor que se da plenamente y que es plenamente correspondido. 4 Puesto que goza de plenitud, no pide nada. 5 Puesto que es totalmente puro, todos los que se unen a él lo tienen todo. 6 Esto no es así en ninguna relación que el ego entabla. 7 Pues toda relación que el ego entabla es siempre especial.
2. El ego entabla relaciones con el solo propósito de obtener algo. 2 Y mantiene al dador aferrado a él mediante la
culpa. 3 Al ego le es imposible entablar ninguna relación sin ira, pues cree que la ira le gana amigos. 4 No es
eso lo que afirma, aunque ése es su propósito. 5 Pues el ego cree realmente que puede obtener algo y
conservarlo haciendo que otros se sientan culpables. 6 Ésta es la única atracción que ejerce, pero es una
atracción tan débil que no podría subsistir si no fuese porque nadie se percata de ello. 7 Pues el ego siempre
parece atraer mediante el amor, pero no ejerce atracción alguna sobre aquellos que perciben que atrae mediante
la culpabilidad.
3. La enfermiza atracción que ejerce la culpabilidad tiene que ser reconocida como lo que es. 2 Pues al haberse
convertido en algo real para ti, es esencial que la examines detenidamente y aprendas a abandonarla dejándote
de interesar por ella. 3 Nadie abandonaría lo que considera valioso. 4 Pero la atracción de la culpabilidad es
algo valioso para ti debido únicamente a que no has examinado lo que es y, por lo tanto, la has juzgado
completamente a ciegas. 5 A medida que la llevemos ante la luz, tu única pregunta será: “¿Cómo es posible que
alguna vez la hubiese podido desear?”
6 No tienes nada que perder si la examinas detenidamente, pues a una
monstruosidad como ésa no le corresponde estar en tu santa mente. 7 Este anfitrión de Dios no puede estar
realmente interesado en algo semejante.
4. Dijimos anteriormente que el propósito del ego es conservar e incrementar la culpa, pero de forma tal que no te
des cuenta de lo que ello te ocasiona. 2 Pues la doctrina fundamental del ego es que te escapas de aquello que
les haces a otros. 3 El ego no le desea el bien a nadie. 4 No obstante, su supervivencia depende de que tú creas
que estás exento de sus malas intenciones. 5 Te dice, por lo tanto, que si accedes a ser su anfitrión, te permitirá
proyectar su ira afuera y, de este modo, te protegerá. 6 Y así se embarca en una interminable e insatisfactoria
cadena de relaciones especiales, forjadas con ira y dedicadas exclusivamente a fomentar la creencia
descabellada de que cuanta más ira descargues fuera de ti mismo, más a salvo te encontrarás.
5. Ésa es la cadena que ata al Hijo de Dios a la culpa, y la que el Espíritu Santo quiere eliminar de tu santa mente.
2 Pues esta infame cadena no tiene por qué estar aprisionando a aquel que Dios ha elegido como Su anfitrión,
quien no puede convertirse a sí mismo en anfitrión del ego. 3 En el nombre de su liberación y en el Nombre de
Aquel que desea liberarlo, examinemos más detenidamente las relaciones que el ego urde y dejemos que el
Espíritu Santo las juzgue verdaderamente. 4 Pues es indudable que si las examinas, se las ofrecerás
gustosamente a Él. 5 Lo que Él puede hacer de ellas tú no lo sabes, pero estarás dispuesto a averiguarlo si
primero estás dispuesto a percibir lo que tú has hecho de ellas.
6. De una forma u otra, toda relación que el ego entabla está basada en la idea de que sacrificándose a sí mismo él
se engrandece. 2 El “sacrificio”, que él considera una purificación, es de hecho la raíz de su amargo
resentimiento. 3 Pues preferiría atacar de inmediato y no demorar más lo que realmente desea hacer. 4 No
obstante, dado que el ego se relaciona con la realidad tal como él la ve, se da cuenta de que nadie podría
interpretar un ataque directo como un acto de amor. 5 Mas hacer sentir culpable a otro es un ataque directo
aunque no parezca serlo. 6 Pues los que se sienten culpables esperan ser atacados y, habiendo pedido eso, se
sienten atraídos por el ataque.
7. En tales relaciones dementes, la atracción de lo que no deseas parece ser mucho mayor que la atracción de lo
que sí deseas. 2 Pues cada uno piensa que ha sacrificado algo por el otro y lo odia por ello. 3 Eso, no obstante,
es lo que cree que quiere. 4 No está enamorado del otro en absoluto. 5 Simplemente cree estar enamorado del
sacrificio. 6 Y por ese sacrificio que se impone a sí mismo, exige que el otro acepte la culpa y que se sacrifique
a sí mismo también. 7 El perdón se hace imposible, pues el ego cree que perdonar a otro es perderlo. 8 De la
única manera en que el ego puede asegurar la continuidad de la culpa que mantiene a todas sus relaciones
intactas es atacando y negando el perdón.
8. Sin embargo, tales relaciones tan sólo dan la impresión de estar intactas, 2 pues para el ego una relación es que
los cuerpos están juntos. 3 Esto es lo que el ego siempre exige, y no objeta adónde se dirige la mente o lo que
piensa, pues eso no parece ser importante. 4 Mientras el cuerpo esté ahí para recibir su sacrificio, él es feliz.
5 Para él la mente es algo privado, y el cuerpo es lo único que se puede compartir. 6 Las ideas son básicamente
algo sin importancia, salvo si con ellas se puede atraer o alejar el cuerpo de otro. 7 Y ése es el criterio del que
se vale para juzgar si las ideas son buenas o malas. 8 Todo aquello que hace que el otro se sienta culpable y que
le impida irse debido a la culpabilidad es “bueno”. 9 Lo que lo libera de la culpabilidad es “malo”, pues en ese
caso dejaría de creer que los cuerpos se pueden comunicar y, por lo tanto, se “marcharía”.
9. El sufrimiento y el sacrificio son los regalos con los que el ego “bendice” toda unión. 2 Y aquellos que se unen
ante su altar aceptan el sufrimiento y el sacrificio como precio de su unión. 3 En sus iracundas alianzas, nacidas
del miedo a la soledad, aunque dedicadas a la perpetuación de la misma, cada cual busca aliviar su culpabilidad
haciendo que el otro se sienta más culpable. 4 Pues cada uno cree que eso mitiga su propia culpa. 5 El otro
siempre parece estar atacándole e hiriéndole, tal vez con minucias, tal vez “inconscientemente”, mas sin nunca
dejar de exigir sacrificio. 6 La furia de los que se han unido en el altar del ego es mucho mayor de lo que te
imaginas. 7 Pues no te das cuenta de lo que el ego realmente quiere.
10. Cada vez que te enfadas puedes estar seguro de que has entablado una relación especial que el ego ha
“bendecido”, pues la ira es su bendición. 2 La ira se manifiesta de muchas formas, pero no puede seguir
engañando por mucho tiempo a los que se han dado cuenta de que el amor no produce culpabilidad en
absoluto, y de que lo que produce culpabilidad no puede ser amor, sino ira. 3 La ira no es más que un intento de
hacer que otro se sienta culpable, y este intento constituye la única base que el ego acepta para las relaciones
especiales. 4 La culpa es la única necesidad del ego, y mientras te sigas identificando con él, la culpa te seguirá
atrayendo. 5 Mas recuerda esto: estar con un cuerpo no es estar en comunicación. 6 Y si crees que lo es, te
sentirás culpable con respecto a la comunicación y tendrás miedo de oír al Espíritu Santo, al reconocer en Su
Voz tu propia necesidad de comunicarte.
11. El Espíritu Santo no puede enseñar valiéndose del miedo. 2 ¿Cómo iba a poder entonces comunicarse contigo
mientras creas que comunicarte equivale a quedarte solo?
3 Obviamente es una locura creer que si te comunicas
vas a ser abandonado. 4 Sin embargo, son muchos los que creen esto. 5 Pues creen que sus mentes tienen que
ser algo privado o, de lo contrario, las perderían, pero que si son únicamente sus cuerpos los que están juntos
sus mentes siguen siendo suyas. 6 La unión de los cuerpos se convierte, por lo tanto, en la forma de mantener la
separación de las mentes. 7 Pues los cuerpos son incapaces de perdonar. 8 Sólo pueden hacer lo que la mente
les ordena.
12. La ilusión de que el cuerpo goza de autonomía y de que es capaz de superar la soledad es tan sólo una
estratagema del ego para establecer su propia autonomía. 2 Mientras creas que estar con otro cuerpo es tener
compañía, te verás obligado a tratar de reducir a tu hermano a su cuerpo y a confinarlo allí mediante la culpa.
3 Y te sentirás a salvo en la culpabilidad y en peligro cuando te comunicas, 4 pues el ego siempre enseña que la
soledad se supera mediante la culpa y que la comunicación es la causa de la soledad. 5 Y a pesar de la evidente
demencia de esta lección, son muchos los que la han aprendido.
13. El perdón radica en la comunicación tan inexorablemente como la condenación radica en la culpa. 2 La función
docente del Espíritu Santo consiste en enseñar que la comunicación es la salvación a aquellos que creen que es
condenación. 3 Y llevará a cabo Su función, pues el Poder de Dios en Él y en ti están unidos en una relación
real tan santa y tan poderosa, que puede superar incluso esa creencia sin temor alguno.
14. A través del instante santo es como se logra lo que parece ser imposible, haciendo que resulte evidente que no
lo es. 2 En el instante santo la culpabilidad no ejerce ninguna atracción, puesto que se ha reanudado la
comunicación. 3 Y la culpabilidad, cuyo único propósito es interrumpir la comunicación, no tiene ningún
propósito en él. 4 No hay nada en el instante santo que esté oculto ni hay en él pensamientos privados. 5 El estar
dispuesto a entablar comunicación atrae a la comunicación y supera la soledad completamente. 6 Ahí el
completo perdón tiene lugar, pues no hay ningún deseo de excluir a nadie de tu compleción, al reconocer de
súbito cuán importante es el papel que todos desempeñan en ella. 7 Bajo la protección de tu plenitud, se invita a
todo el mundo y se le da la bienvenida. 8 Y comprendes que tu compleción es la de Dios, Cuya única necesidad
es que tú estés completo. 9 Pues tu compleción hace que cobres conciencia de que eres Suyo. 10 Y en ese
momento es cuando te experimentas a ti mismo tal como fuiste creado y tal como eres.
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