Los milagros reflejan el eterno Amor de Dios. Ofrecerlos es recordarlo a Él, y mediante Su recuerdo, salvar al
mundo.
1. Lo que perdonamos se vuelve parte de nosotros, tal como nos percibimos a nosotros mismos. 2 Tal como creaste
a Tu Hijo, él contiene dentro de sí todas las cosas. 3 El que yo Te pueda recordar depende del perdón que le
conceda. 4 Lo que él es no se ve afectado por sus pensamientos. 5 Pero lo que contempla es el resultado directo
de ellos. 6 Así pues, Padre mío, quiero dirigirme a Ti. 7 Sólo Tu recuerdo me liberará. 8 Y sólo perdonando
puedo aprender a dejar que Tu recuerdo vuelva a mí y a ofrecérselo al mundo con agradecimiento.
2. Y a medida que hagamos acopio de Sus milagros, estaremos en verdad agradecidos. 2 Pues conforme Lo
recordemos, Su Hijo nos será restituido en la realidad del Amor.
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