enlace a "la función del obrador de Milagros"
1. Si la enfermedad es separación, la decisión de curar y de ser curado es entonces el primer paso en el proceso de reconocer lo que verdaderamente quieres. 2 Todo ataque te aleja de esto, y todo pensamiento curativo te acerca. 3 El Hijo de Dios incluye tanto al Padre como al Hijo porque es a la vez Padre e Hijo. 4 Unir tener y ser es unir tu voluntad a la Suya, pues lo que Su Voluntad ha dispuesto para ti es Él Mismo. 5 Y tu voluntad es entregarte a Él porque, en tu perfecto entendimiento de Él, sabes que no hay sino una sola Voluntad. 6 Mas cuando atacas cualquier parte de Dios o de Su Reino tu entendimiento no es perfecto y, por consiguiente, pierdes lo que realmente quieres.
1. Si la enfermedad es separación, la decisión de curar y de ser curado es entonces el primer paso en el proceso de reconocer lo que verdaderamente quieres. 2 Todo ataque te aleja de esto, y todo pensamiento curativo te acerca. 3 El Hijo de Dios incluye tanto al Padre como al Hijo porque es a la vez Padre e Hijo. 4 Unir tener y ser es unir tu voluntad a la Suya, pues lo que Su Voluntad ha dispuesto para ti es Él Mismo. 5 Y tu voluntad es entregarte a Él porque, en tu perfecto entendimiento de Él, sabes que no hay sino una sola Voluntad. 6 Mas cuando atacas cualquier parte de Dios o de Su Reino tu entendimiento no es perfecto y, por consiguiente, pierdes lo que realmente quieres.
2. Curar, por lo tanto, se convierte en una lección de entendimiento, y cuanto más la practicas mejor maestro y
alumno te vuelves. 2 Si has negado la verdad, ¿qué mejores testigos de su realidad podrías tener que aquellos
que han sido curados por ella?
3 Pero asegúrate de contarte a ti mismo entre ellos, pues estando dispuesto a
unirte a ellos es como te curarás. 4 Todo milagro que obras te habla de la Paternidad de Dios. 5 Todo
pensamiento curativo que aceptas, proceda éste de un hermano o de tu propia mente, te enseña que eres el Hijo
de Dios. 6 En todo pensamiento hiriente que albergues, independientemente de dónde lo percibas, yace la
negación de la Paternidad de Dios y de que eres Su Hijo.
3. Y la negación es tan total como el amor. 2 No puedes negar parte de ti mismo porque el resto parecerá estar
separado de ti y, por lo tanto, desprovisto de significado. 3 Y al no tener significado para ti, no lo entenderás.
4 Negar el significado de algo equivale a no comprenderlo. 5 Únicamente puedes curarte a ti mismo porque
únicamente el Hijo de Dios tiene necesidad de curación. 6 Tienes necesidad de ella porque no te entiendes a ti
mismo y, por consiguiente, no sabes lo que haces. 7 Puesto que te has olvidado de lo que es tu voluntad, no
sabes lo que realmente quieres.
4. La curación es señal de que quieres reinstaurar la plenitud. 2 Y el hecho de que estés dispuesto a ello es lo que te
permite oír la Voz del Espíritu Santo, Cuyo mensaje es la plenitud. 3 Él te capacitará para que vayas mucho
más allá del proceso de curación que has decidido emprender, pues a tu pequeña dosis de buena voluntad para
restaurar la plenitud Él sumará toda Su Voluntad, haciendo así que la tuya sea plena. 4 ¿Qué podría haber que
el Hijo de Dios no pudiera alcanzar cuando la Paternidad de Dios se encuentra en él?
5 Mas la invitación tiene
que proceder de ti, pues sin duda debes haber aprendido que aquel a quien invites a ser tu huésped, será quien
morará en ti.
5. El Espíritu Santo no puede hablarle a un anfitrión que no le dé la bienvenida, pues no sería oído. 2 El Eterno
Invitado jamás se ausenta, pero Su Voz se vuelve cada vez más tenue en compañía de extraños. 3 Necesita tu
protección únicamente porque la atención que le prestas es señal de que deseas Su compañía. 4 Piensa como Él
aunque sólo sea por un momento y la pequeña chispa se convertirá en una luz tan resplandeciente que inundará
tu mente para que Él se convierta en tu único Invitado. 5 Siempre que le abres las puertas al ego, menoscabas la
bienvenida que le das al Espíritu Santo. 6 Él no se ausentará, pero habrás hecho una alianza contra Él. 7 Sea
cual sea la jornada que decidas emprender, Él irá contigo y esperará. 8 Puedes confiar plenamente en Su
paciencia, pues Él no puede abandonar a ninguna parte de Dios. 9 Mas tú necesitas mucho más que paciencia.
6. No podrás descansar mientras no sepas cuál es tu función y la lleves a cabo, pues sólo en esto pueden estar
completamente unidas la Voluntad de tu Padre y la tuya. 2 Tener a Dios es ser como Él, y Él se ha dado a Sí
Mismo a ti. 3 Tú que tienes a Dios debes ser como Dios, pues mediante Su regalo Su Función se convirtió en la
tuya. 4
Invita este conocimiento de nuevo a tu mente y no dejes entrar ninguna otra cosa que lo pueda enturbiar.
5 El Invitado que Dios te envió te enseñará cómo hacer esto sólo con que reconozcas la pequeña chispa y estés
dispuesto a dejar que se expanda. 6 No es necesario que estés enteramente dispuesto porque Él lo está. 7 Si
simplemente le ofreces un pequeño lugar, Él lo iluminará tanto que gustosamente dejarás que se expanda. 8 Y
mediante esta expansión, comenzarás a recordar la Creación.
7. ¿Qué prefieres ser, rehén del ego o anfitrión de Dios?
2 Aceptarás únicamente a aquel que invites. 3 Eres libre de
determinar quién ha de ser tu invitado y cuánto tiempo ha de permanecer contigo. 4 Mas esto no es auténtica
libertad, pues depende todavía de cómo lo consideres. 5 El Espíritu Santo se encuentra ahí, pero no puede
ayudarte a menos que tú se lo pidas. 6 Y el ego no es nada, tanto si lo invitas a que entre como si no. 7 La
auténtica libertad radica en darle la bienvenida a la realidad; y de tus invitados, sólo él Espíritu Santo es real.
8 Date cuenta, pues, de Quién mora en ti, reconociendo simplemente lo que ya se encuentra ahí, y no te
conformes con consoladores imaginarios, pues el Consolador de Dios se encuentra en ti.
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