enlace a "los dos usos del tiempo"
1. No te contentes con la pequeñez. 2 Pero asegúrate de que entiendes lo que es, así como la razón por la que jamás podrías sentirte satisfecho con ella. 3 La pequeñez es la ofrenda que te haces a ti mismo. 4 La ofreces y la aceptas en lugar de la grandeza. 5 En este mundo no hay nada que tenga valor porque es un mundo que procede de la pequeñez, de acuerdo con la extraña creencia de que la pequeñez puede satisfacerte. 6 Cuando te lanzas en pos de cualquier cosa en este mundo creyendo que te ha de brindar paz, estás empequeñeciéndote y cegándote a la gloria. 7 La pequeñez y la gloria son las únicas alternativas de que dispones para dedicarles todos tus esfuerzos y toda tu vigilancia. 8 Y siempre elegirás una a expensas de la otra. 2. Sin embargo, de lo que no te das cuenta cada vez que eliges, es de que tu elección es tu evaluación de ti mismo.
1. No te contentes con la pequeñez. 2 Pero asegúrate de que entiendes lo que es, así como la razón por la que jamás podrías sentirte satisfecho con ella. 3 La pequeñez es la ofrenda que te haces a ti mismo. 4 La ofreces y la aceptas en lugar de la grandeza. 5 En este mundo no hay nada que tenga valor porque es un mundo que procede de la pequeñez, de acuerdo con la extraña creencia de que la pequeñez puede satisfacerte. 6 Cuando te lanzas en pos de cualquier cosa en este mundo creyendo que te ha de brindar paz, estás empequeñeciéndote y cegándote a la gloria. 7 La pequeñez y la gloria son las únicas alternativas de que dispones para dedicarles todos tus esfuerzos y toda tu vigilancia. 8 Y siempre elegirás una a expensas de la otra. 2. Sin embargo, de lo que no te das cuenta cada vez que eliges, es de que tu elección es tu evaluación de ti mismo.
2 Opta por la pequeñez y no tendrás paz, pues habrás juzgado que eres indigno de ella. 3 Y cualquier cosa que
ofrezcas como substituto será un regalo de tan poco valor que te dejará insatisfecho. 4 Es esencial que aceptes
el hecho—y que lo aceptes gustosamente—de que ninguna clase de pequeñez podrá jamás satisfacerte. 5 Eres
libre de probar cuantas quieras, pero lo único que estarás haciendo es demorar tu retorno al hogar, 6 pues sólo
en la Grandeza, que es tu hogar, podrás sentirte satisfecho.
3. Tienes una gran responsabilidad para contigo mismo, y es una responsabilidad que tienes que aprender a
recordar en todo momento. 2 Al principio, la lección tal vez te parezca difícil, pero aprenderás a amarla cuando
te des cuenta de que es verdad y de que no es más que un tributo a tu poder. 3 Tú que has encontrado la
pequeñez que buscabas, recuerda esto: cada decisión que tomas procede de lo que crees ser, y representa el
valor que te atribuyes a ti mismo. 4 Si crees que lo que no tiene valor puede satisfacerte, no podrás sentirte
satisfecho, pues te habrás limitado a ti mismo. 5 Tu función no es insignificante, y sólo podrás escaparte de la
pequeñez hallando tu función y desempeñándola.
4. No hay duda acerca de cuál es tu función, pues el Espíritu Santo lo sabe. 2 No hay duda acerca de la grandeza de
esa función, pues te llega a través de Él desde la Grandeza. 3 No tienes que esforzarte por alcanzarla, puesto
que ya dispones de ella. 4 Mas debes canalizar todos tus esfuerzos contra la pequeñez, pues para proteger tu
grandeza en este mundo es preciso mantenerse alerta. 5 Mantenerse continuamente consciente de la propia
grandeza en un mundo en el que reina la pequeñez es una tarea que los que se menosprecian a sí mismos no
pueden llevar a cabo. 6 Sin embargo, se te pide que lo hagas como tributo a tu grandeza y no a tu pequeñez.
7 No se te pide que lo hagas solo. 8 El Poder de Dios respaldará cada esfuerzo que hagas en nombre de Su
amado Hijo. 9 Ve en pos de la pequeñez, y te estarás negando a ti mismo Su Poder. 10 Dios no está dispuesto a
que Su Hijo se sienta satisfecho con nada que no sea la totalidad. 11 Pues Él no se siente satisfecho sin Su Hijo
y Su Hijo no puede sentirse satisfecho con menos de lo que su Padre le dio.
5. Anteriormente te pregunté: “¿Qué prefieres ser, rehén del ego o anfitrión de Dios?”
2 Deja que el Espíritu Santo
te haga esa pregunta cada vez que tengas que tomar una decisión. 3 Pues cada decisión que tomas la contesta y,
por lo tanto, le abre las puertas a la tristeza o a la dicha. 4 Cuando Dios se dio a Sí Mismo a ti en tu creación, te
estableció como Su anfitrión para siempre. 5 Él no te ha abandonado ni tú lo has abandonado a Él. 6 Todos tus
intentos de negar Su Grandeza y de hacer de Su Hijo un rehén del ego, no pueden empequeñecer a aquel a
quien Dios ha unido a Sí Mismo. 7 Cada decisión que tomas es o bien en favor del Cielo o bien en favor del
infierno, y te brinda la conciencia de la alternativa que hayas elegido.
6. El Espíritu Santo puede mantener tu grandeza en tu mente a salvo de toda pequeñez, con perfecta claridad y
seguridad, y sin dejar que se vea afectada por los miserables regalos que el mundo de la pequeñez desea
ofrecerte. 2 Pero para que el Espíritu Santo pueda hacer esto, no debes oponerte a lo que Él dispone para ti.
3 Decídete en favor de Dios por medio de Él. 4 Pues la pequeñez y la creencia de que ésta te puede satisfacer
son decisiones que tomas con respecto a ti mismo. 5 El poder y la gloria que hay en ti procedentes de Dios son
para todos los que, como tú, se consideran indignos y creen que la pequeñez puede expandirse hasta
convertirse en una sensación de grandeza que los logre satisfacer. 6 No des ni aceptes pequeñez. 7 El anfitrión
de Dios es digno de todo honor. 8 Tu pequeñez te engaña, pero tu grandeza emana de Aquel que mora en ti, y
en Quien tú moras. 9 En el Nombre de Cristo, el eterno Anfitrión de Su Padre, no toques a nadie con la idea de
la pequeñez.
7. En esta temporada (Navidad) en la que se celebra el nacimiento de la Santidad en este mundo, únete a mí que
me decidí en favor de la santidad en tu nombre. 2 Nuestra tarea conjunta consiste en restaurar la conciencia de
grandeza en aquel que Dios designó como Su anfitrión. 3 Dar el don de Dios está más allá de tu pequeñez, pero
no más allá de ti, 4 pues Dios quiere darse a Sí Mismo a través de ti. 5 Él se extiende desde ti hacia todo el
mundo, y más allá de todo el mundo hasta las creaciones de Su Hijo sin abandonarte. 6 Se extiende eternamente
mucho más allá de tu insignificante mundo, aunque sin dejar de estar en ti. 7 No obstante, te ofrece todas Sus
extensiones, pues eres Su anfitrión.
8. ¿Es acaso un sacrificio dejar atrás la pequeñez y dejar de deambular en vano?
2 Despertar a la gloria no es un
sacrificio. 3 Pero sí es un sacrificio aceptar cualquier cosa que no sea la gloria. 4 Trata de aprender que no
puedes sino ser digno del Príncipe de la Paz, nacido en ti en honor de Aquel de Quien eres anfitrión.
5 Desconoces el significado del amor porque has intentado comprarlo con baratijas, valorándolo así demasiado
poco como para poder comprender su grandeza. 6 El amor no es insignificante, y mora en ti que eres el
anfitrión de Dios. 7 Ante la grandeza que reside en ti, la poca estima en que te tienes a ti mismo y todas las
pequeñas ofrendas que haces se desvanecen en la nada.
9. Bendita Criatura de Dios, ¿cuándo vas a aprender que sólo la santidad puede hacerte feliz y darte paz?
2 Recuerda que no aprendes únicamente para ti, de la misma manera en que yo tampoco lo hice. 3 Puedes
aprender de mí únicamente porque yo aprendí por ti. 4 Tan sólo deseo enseñarte lo que ya es tuyo, para que
juntos podamos reemplazar la miserable pequeñez que mantiene al anfitrión de Dios cautivo de la culpa y la
debilidad, por la gozosa conciencia de la gloria que mora en él. 5 Mi nacimiento en ti es tu despertar a la
grandeza. 6 No me des la bienvenida en un pesebre, sino en el Altar de la Santidad, en el que Ésta mora en
perfecta paz. 7 Mi Reino no es de este mundo, puesto que está en ti. 8 Y tú eres de tu Padre. 9 Unámonos en
honor a ti, que no puedes sino permanecer para siempre más allá de la pequeñez.
10. Decide como yo que decidí morar contigo. 2 Mi voluntad dispone lo mismo que la de mi Padre, pues sé que Su
Voluntad no varía y que se encuentra eternamente en paz consigo misma. 3 Nada que no sea Su Voluntad podrá
jamás satisfacerte. 4 No aceptes menos y recuerda que todo lo que aprendí es tuyo. 5 Lo que mi Padre ama, yo
lo amo del mismo modo que Él; y al igual que Él, no puedo aceptarlo como lo que no es. 6 Ni tú tampoco.
7 Cuando hayas aprendido a aceptar lo que eres, no inventarás otros regalos para ofrecértelos a ti mismo, pues
sabrás que eres íntegro, que no tienes necesidad de nada y que eres incapaz de aceptar nada para ti. 8 Y
habiendo recibido, darás gustosamente. 9 El anfitrión de Dios no tiene que ir en pos de nada, pues no hay nada
que él tenga que encontrar.
11. Si estás completamente dispuesto a dejar que la salvación se lleve a cabo de acuerdo con el plan de Dios y te
niegas a tratar de obtener la paz por tu cuenta, alcanzarás la salvación. 2 Mas no pienses que puedes substituir
Su plan por el tuyo. 3 En vez de eso, únete a mí en el Suyo para que juntos podamos liberar a todos aquellos
que prefieren permanecer cautivos, y proclamar que el Hijo de Dios es Su anfitrión. 4 Así pues, no dejaremos
que nadie se olvide de lo que tú quieres recordar, 5 y de este modo, lo recordarás.
12. Evoca en todos únicamente el recuerdo de Dios y el del Cielo que mora en ellos. 2 Allí donde desees que tu
hermano esté, allí creerás estar tú. 3 No respondas a su petición de pequeñez y de infierno, sino sólo a su
llamamiento a la grandeza y al Cielo. 4 No te olvides de que su llamamiento es el tuyo y contéstale junto
conmigo. 5 El Poder de Dios está a favor de Su anfitrión eternamente, pues su único cometido es proteger la
paz en la que Él mora. 6 No deposites la ofrenda de la pequeñez ante Su santo altar, el cual se eleva más allá de
las estrellas hasta el mismo Cielo por razón de lo que le es dado.
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