sábado, 7 de mayo de 2022

IV. La herencia del Hijo de Dios

enlace a "la función del obrador de Milagros"
1. Nunca olvides que la Filiación es tu salvación, pues la Filiación es tu Ser. 2 Al ser la Creación de Dios, es tuya, y al pertenecerte a ti, es Suya. 3 Tu Ser no necesita salvación, pero tu mente necesita aprender lo que es la salvación. 4 No se te salva de nada, sino que se te salva para la gloria. 5 La gloria es tu herencia, que tu Creador te dio para que la extendieras. 6 No obstante, si odias cualquier parte de tu Ser pierdes todo tu entendimiento porque estás contemplando lo que Dios creó como lo que eres, sin amor. 7 Y puesto que lo que Él creó forma parte de Él, le estás negando el lugar que le corresponde en Su Propio Altar. 

2. ¿Cómo ibas a poder saber que estás en tu hogar si tratas de desalojar a Dios del Suyo? 2 ¿Podría el Hijo negar al Padre sin creer que el Padre lo ha negado a él? 3 Las Leyes de Dios existen para tu protección y no existen en vano. 4 Lo que experimentas cuando niegas a tu Padre sigue siendo para tu protección, pues el poder de tu voluntad no puede ser reducido a menos que Dios intervenga contra él, y cualquier limitación de tu poder no es la Voluntad de Dios. 5 Recurre, por lo tanto, únicamente al poder que Dios te dio para salvarte, recordando que es tuyo porque es Suyo, y únete a tus hermanos en Su Paz. 

3. Tu paz reside en el hecho de que es ilimitada. 2 Limita la paz que compartes con Él, y tu Ser se vuelve necesariamente un extraño para ti. 3 Todo altar a Dios forma parte de ti porque la luz que Él creó es una con Él. 4 ¿Le negarías a un hermano la luz que posees? 5 No lo harías si te dieses cuenta de que con ello sólo podrías nublar tu propia mente. 6 En la medida en que lo traes de regreso, regresas también tú. 7 Ésa es la Ley de Dios para la protección de la plenitud de Su Hijo. 

4. Sólo tú puedes privarte a ti mismo de algo. 2 No resistas este hecho, pues es en verdad el comienzo de la iluminación. 3 Recuerda también que la negación de este simple hecho adopta muchas formas, y que debes aprender a reconocerlas y a oponerte a ellas sin excepción y con firmeza. 4 Éste es un paso crucial en el proceso de re-despertar. 5 Las fases iniciales de esta inversión son con frecuencia bastante dolorosas, pues al dejar de echarle la culpa a lo que se encuentra fuera, existe una marcada tendencia a albergarla dentro. 6 Al principio es difícil darse cuenta de que esto es exactamente lo mismo, pues no hay diferencia entre lo que se encuentra dentro y lo que se encuentra fuera. 

5. Si tus hermanos forman parte de ti y los culpas por tu privación, te estás culpando a ti mismo. 2 Y no puedes culparte a ti mismo sin culparlos a ellos. 3 Por eso es por lo que la culpa se tiene que des-hacer y no verse en otra parte. 4 Échate a ti mismo la culpa y no te podrás conocer, pues sólo el ego culpa. 5 Culparse uno a sí mismo es, por lo tanto, identificarse con el ego, y es una de sus defensas tal como culpar a los demás lo es. 6 No puedes llegar a estar en Presencia de Dios si atacas a Su Hijo. 7 Cuando Su Hijo alce su voz en alabanza de su Creador, oirá la Voz que habla por su Padre. 8 Mas el Creador no puede ser alabado sin Su Hijo, pues Ambos comparten la Gloria y a Ambos se les glorifica juntos. 

6. Cristo está en el Altar de Dios, esperando para darle la bienvenida al Hijo de Dios. 2 Pero ven sin ninguna condenación, pues, de lo contrario, creerás que la puerta está atrancada y que no puedes entrar. 3 La puerta no está atrancada, y es imposible que no puedas entrar allí donde Dios quiere que estés. 4 Pero ámate a ti mismo con el Amor de Cristo, pues así es como te ama tu Padre. 5 Puedes negarte a entrar, pero no puedes atrancar la puerta que Cristo mantiene abierta. 6 Ven a mí que la mantengo abierta para ti, pues mientras yo viva no podrá cerrarse, y yo viviré eternamente. 7 Dios es mi vida y la tuya, y Él no le niega nada a Su Hijo. 

7. En el Altar de Dios, Cristo espera Su propia reinstauración en ti. 2 Dios sabe que Su Hijo es tan irreprochable como Él Mismo, y la forma de llegar a Él es apreciando a Su Hijo. 3 Cristo espera a que lo aceptes como lo que tú eres, y a que aceptes Su Plenitud como la tuya propia. 4 Pues Cristo es el Hijo de Dios, que vive en Su Creador y refulge con Su Gloria. 5 Cristo es la Extensión del Amor y de la Belleza de Dios, tan perfecto como Su Creador y en paz con Él. 

8. Bendito es el Hijo de Dios Cuyo resplandor es el de Su Padre y Cuya Gloria Él quiere compartir tal como Su Padre la comparte con Él. 2 No hay condenación en el Hijo, puesto que no hay condenación en el Padre. 3 Dado que el Hijo comparte el perfecto Amor del Padre, no puede sino compartir todo lo que le pertenece a Él, pues de otra manera, no podría conocer ni al Padre ni al Hijo. 4 ¡Que la paz sea contigo que descansas en Dios, y en quien toda la Filiación descansa!

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