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1. Como cualquier buen maestro, el Espíritu Santo sabe más de lo que tú sabes ahora y sólo te enseña para que llegues a ser igual que Él. 2 Tú te enseñaste mal a ti mismo al creer lo que no era cierto. 3 No creíste en tu propia perfección. 4 ¿Iba acaso Dios a enseñarte que habías fabricado una mente dividida cuando Él sabe que tu mente es íntegra? 5 Lo que Dios sí sabe es que Sus canales de comunicación no están abiertos a Él, lo cual Le impide impartirles Su Júbilo y así saber que Sus Hijos son completamente dichosos. 6 El dar de Su Júbilo es un proceso continuo, no en el tiempo sino en la eternidad. 7 La Extensión de Dios, aunque no Su Compleción, se obstruye cuando la Filiación no se comunica con Él cual una sola. 8 Así que Dios pensó: “Mis Hijos duermen y hay que despertarlos”.
1. Como cualquier buen maestro, el Espíritu Santo sabe más de lo que tú sabes ahora y sólo te enseña para que llegues a ser igual que Él. 2 Tú te enseñaste mal a ti mismo al creer lo que no era cierto. 3 No creíste en tu propia perfección. 4 ¿Iba acaso Dios a enseñarte que habías fabricado una mente dividida cuando Él sabe que tu mente es íntegra? 5 Lo que Dios sí sabe es que Sus canales de comunicación no están abiertos a Él, lo cual Le impide impartirles Su Júbilo y así saber que Sus Hijos son completamente dichosos. 6 El dar de Su Júbilo es un proceso continuo, no en el tiempo sino en la eternidad. 7 La Extensión de Dios, aunque no Su Compleción, se obstruye cuando la Filiación no se comunica con Él cual una sola. 8 Así que Dios pensó: “Mis Hijos duermen y hay que despertarlos”.
2. ¿Qué podría despertar más dulcemente a un niño que una tierna voz que no lo asusta sino que simplemente le
recuerda que la noche ya pasó y que la luz ha llegado?
2 No se le dice que las pesadillas que lo estaban
aterrorizando tanto no eran reales, pues los niños creen en la magia. 3 Simplemente se le asegura que ahora
está a salvo. 4 Más tarde se le enseña a distinguir la diferencia entre estar dormido y estar despierto, para que
entienda que no tiene que tener miedo de los sueños. 5 Y así, cuando vuelva a tener pesadillas, él mismo
invocará la luz para desvanecerlas.
3. Un buen maestro enseña mediante un enfoque positivo, no mediante uno negativo. 2 No hace hincapié en lo que
tienes que evitar para escapar de lo que te puede hacer daño, sino en lo que tienes que aprender para ser feliz.
3 Piensa en el miedo y en la confusión que un niño experimentaría si le dijeran: “No hagas eso porque es muy
peligroso y te puede hacer daño, pero si haces esto otro, no te harás daño, estarás a salvo y no tendrás miedo”.
4 Definitivamente es mucho mejor usar sólo tres palabras: “¡Haz sólo esto!”
5 Esta simple afirmación es
perfectamente inequívoca y muy fácil de entender y de recordar.
4. El Espíritu Santo nunca hace una relación detallada de los errores porque Su intención no es asustar a los niños
y los que carecen de sabiduría son niños. Siempre responde, no obstante, a su llamada, y el hecho de que ellos
puedan contar con Él los hace sentirse más seguros. 3 Los niños ciertamente confunden las fantasías con la
realidad, y se asustan porque no pueden distinguir la diferencia que hay entre ellas. 4 El Espíritu Santo no hace
distinción alguna entre diferentes clases de sueños. 5 Simplemente los hace desaparecer con Su luz. 6 Su luz es
siempre la llamada a despertar, no importa lo que hayas estado soñando. 7 No hay nada duradero en los sueños,
y el Espíritu Santo, que refulge con la Luz de Dios Mismo, sólo habla en nombre de lo que perdura
eternamente.
C. Mantente alerta sólo en favor de Dios y de Su Reino
1. Hemos dicho anteriormente que el Espíritu Santo evalúa, y tiene que hacerlo. 2 Separa lo verdadero de lo falso
en tu mente, y te enseña a juzgar cada pensamiento que dejas que se adentre en ella a la luz de lo que Dios
puso allí. 3 El Espíritu Santo, con vistas a reforzar el Reino en ti, 4 conserva lo que está de acuerdo con esa luz,
y acepta y purifica lo que está parcialmente de acuerdo con el Reino. 5 Mas lo que está en completo desacuerdo
lo rechaza juzgando contra ello. 6 Así es como Él mantiene la perfecta consistencia del Reino y su perfecta
unificación. 7 Recuerda, no obstante, que lo que el Espíritu Santo rechaza el ego lo acepta. 8 Esto se debe a que
ambos están en completo desacuerdo en relación con todo, dado que están en completo desacuerdo con
respecto a lo que tú eres. 9 Las creencias del ego en torno a esta cuestión tan fundamental varían
considerablemente, y ésta es la razón de que él suscite diferentes estados de ánimo. 10 El Espíritu Santo nunca
varía en este punto y, por lo tanto, el único estado de ánimo que genera es uno de dicha. 11 Protege dicho
estado rechazando todo lo que no lo fomenta, y así sólo Él puede mantenerte en un estado de perfecta dicha.
2. El Espíritu Santo no te enseña a juzgar a otros porque no quiere que enseñes nada que sea erróneo, y que de esta
forma, tú mismo lo aprendas. 2 No sería consistente si te permitiera reforzar lo que debes aprender a evitar.
3 En la mente del pensador, por lo tanto, el Espíritu Santo es enjuiciador, pero sólo a fin de unificar la mente de
modo que pueda percibir sin emitir juicios. 4 Esto le permite a la mente enseñar sin emitir juicios y, por
consiguiente, aprender a estar libre de ellos. 5 Esta rectificación es necesaria sólo en tu mente, a fin de que
dejes de proyectar en lugar de extender. 6 Dios Mismo ha establecido lo que puedes extender con perfecta
seguridad. 7 Por lo tanto, la tercera lección del Espíritu Santo reza así:
8 Mantente alerta sólo en favor de Dios y de Su Reino.
3. Éste es uno de los pasos más importantes para que se produzca un cambio fundamental. 2 No obstante, todavía
contiene un aspecto del proceso de inversión del pensamiento, ya que implica que hay algo contra lo que debes
mantenerte alerta. 3 Este paso representa un gran avance con respecto a la primera lección, que es meramente el
principio del proceso de inversión del pensamiento, y también con respecto a la segunda, que es esencialmente
la identificación de lo que es más deseable. 4 Este paso, que es la conclusión lógica del segundo tal como el
segundo lo es del primero, subraya la dicotomía que existe entre lo deseable y lo indeseable. 5 Por lo tanto,
hace que la elección final sea inevitable.
4. Mientras que el primer paso parece agudizar el conflicto y el segundo puede, hasta cierto punto, aún entrañar
conflicto, el tercer paso requiere un constante estado de alerta contra el conflicto. 2 Ya he dicho que puedes
estar tan alerta contra el ego como a su favor. 3 La última lección enseña no sólo que puedes, sino que tienes
que estar alerta. 4 No se ocupa de la cuestión de los grados de dificultad, sino del hecho de que tu primera
prioridad debe ser mantenerte alerta. 5 Esta lección es inequívoca, pues enseña que nunca se deben hacer
excepciones, aunque no niega que la tentación de hacerlas se presentará. 6 Aquí, pues, es donde se te pide que
seas consistente a pesar del caos. 7 Mas la consistencia y el caos no pueden coexistir por mucho tiempo, puesto
que se excluyen mutuamente. 8 No obstante, mientras tengas que estar alerta contra algo, no estarás
reconociendo esta mutua exclusión y seguirás creyendo que puedes elegir la consistencia o el caos. 9 Al
enseñarte cuál debes elegir, el Espíritu Santo acabará por enseñarte que no tienes que elegir en absoluto.
10 Esto finalmente liberará a tu mente de tener que elegir y la encaminará hacia la Creación dentro del Reino.
5. Elegir a través del Espíritu Santo te conducirá al Reino. 2 Creas mediante tu verdadero ser, pero tienes que
aprender a recordar lo que eres. 3 La forma de recordarlo es inherente al tercer paso, que conecta las lecciones
implícitas en los otros dos y va más allá de ellos hacia una verdadera integración. 4 Si permites que en tu mente
haya tan sólo lo que Dios puso en ella, la estarás reconociendo tal como Dios la creó. 5 Por lo tanto, la estarás
aceptando tal como es. 6 Puesto que tu mente es íntegra, estarás enseñando paz porque creerás en ella. 7 Dios
será de todos modos el que dará el paso final por ti, pero cuando llegues al tercer paso, el Espíritu Santo ya te
habrá preparado para Dios. 8 Te está preparando para la conversión de tener a ser en virtud de la naturaleza
misma de los pasos que tienes que dar con Él.
6. Aprendes primero que tener se basa en dar y no en obtener. 2 Luego aprendes que aprendes lo que enseñas y que
quieres aprender a estar en paz. 3 Ésta es la condición necesaria para poder identificarte con el Reino, puesto
que es la condición del Reino. 4 Has creído estar fuera del Reino y, como consecuencia, te has excluido a ti
mismo de él en tu pensamiento. 5 Es esencial, por lo tanto, enseñarte que no puedes sino estar incluido en el
Reino, y que lo único que debes excluir es la creencia de que no estás incluido en él.
7. El tercer paso, por consiguiente, es un paso de protección para tu mente, pues te permite identificarte sólo con el
centro, donde Dios erigió el Altar a Sí Mismo. 2 Los altares son creencias, pero Dios y Sus Creaciones están
más allá de toda creencia, ya que están más allá de cualquier duda. 3 La Voz que habla en favor de Dios lo hace
únicamente en nombre de las creencias que están más allá de toda duda, lo cual te prepara para llegar a estar
libre de dudas. 4 Mientras tu creencia en Dios y Su Reino se vea asaltada por cualquier duda, lo que Él ha
logrado perfectamente no será evidente para ti. 5 Por eso es por lo que debes mantenerte alerta en favor de
Dios. 6 El ego habla contra Su Creación y, por lo tanto, engendra dudas. 7 No podrás ir más allá de las
creencias hasta que no creas plenamente.
8. Enseñar a toda la Filiación sin hacer excepciones demuestra que percibes su plenitud y que has aprendido que es
una. 2 Ahora tienes que estar alerta para mantener su unicidad
4 en tu mente porque si dejas que te asalte la
duda, perderás la conciencia de su plenitud y serás incapaz de enseñarla. 3 La plenitud del Reino no depende de
tu percepción, pero tu conciencia de su plenitud sí. 4 Sólo tu conciencia necesita protección, puesto que el
estado de ser no puede ser atacado. 5 No obstante, no podrás experimentar una auténtica sensación de que
existes mientras sigas teniendo dudas con respecto a lo que eres. 6 Por eso es por lo que es esencial que te
mantengas alerta. 7 No permitas que entre en tu mente ninguna duda acerca de tu existencia o, de lo contrario,
no podrás saber con certeza lo que eres. 8 La certeza es el regalo que Dios te hace. 9 La verdad no requiere
vigilancia, pero las ilusiones sí.
9. La verdad está exenta de ilusiones y, por lo tanto, mora dentro del Reino. 2 Todo lo que está fuera del Reino es
ilusorio. 3 Cuando desechaste la verdad te percibiste a ti mismo como desprovisto de ella. 4 Al concebir otro
reino al que atribuiste valor, no mantuviste en tu mente sólo el Reino de Dios y, de esta manera, excluiste parte
de tu mente de él. 5 Lo que inventaste ha aprisionado tu voluntad y te ha dado una mente enferma, que ahora
tiene que ser sanada. 6 Mantenerse alerta contra esta enfermedad es la manera de sanarla. 7 Una vez que tu
mente haya sanado irradiará salud, y de este modo enseñará lo que es la curación. 8 Esto te consagrará como un
maestro que enseña lo mismo que yo. 9 Yo tuve que mantenerme tan alerta como tú tienes que hacerlo ahora, y
aquellos que eligen enseñar lo mismo tienen que estar de acuerdo con respecto a lo que creen.
10. El tercer paso, por lo tanto, es una afirmación de lo que quieres creer, y requiere que estés dispuesto a
abandonar todo lo demás. 2 Si sigues al Espíritu Santo, Él te capacitará para que des este paso. 3 Tu vigilancia
es señal de que quieres que Él te guíe. 4 La vigilancia requiere esfuerzo, pero sólo hasta que aprendas que el
esfuerzo en sí es innecesario. 5 Has realizado enormes esfuerzos por conservar lo que inventaste porque no es
verdad. 6 Por lo tanto, ahora tienes que canalizar todos tus esfuerzos contra ello. 7 Sólo esto puede eliminar la
necesidad de tener que esforzarte e invocar al Ser que tienes y que eres. 8 Este reconocimiento no requiere
ningún esfuerzo por tu parte, puesto que ya es verdad, y tampoco necesita protección. 9 Descansa en la perfecta
seguridad de Dios. 10 Por lo tanto, la inclusión es total y la Creación no tiene límites.